2017 ANECDOTAS DEL NORTE ARGENTINO Capitulo Unico
- Marcos Astegiano

- 19 jun 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 19 jun 2020
Hace tiempo que quería organizar un viaje multitudinario al norte argentino
He realizado muchos a esa zona.
La conozco bien

Pero siempre en dúos o tríos.
Debido a que siempre los recorridos fueron de aventura, y en esos casos, un numero bajo de participantes garantiza el éxito del emprendimiento
Propuse en varias oportunidades realizarlo en grupo.
Por distintos motivos, no se dio.
En este 2017 lo planteé con más insistencia
Tal vez porque este año, por motivos laborales, no organicé ningún viaje al extranjero.

Y el rodar en grupos numerosos se extraña.
Se sumaron mas de veinte al convite inicial
Finalmente quedamos 16
Siete de Mendoza, siete de Buenos Aires y dos de Rosario
El punto de encuentro era Catamarca, el sábado 14 de Octubre

Desde Mendoza saldríamos el mismo sábado, los siete en moto, para desandar los 700 y pico de kilómetros.
Los porteños saldrían el viernes, al mediodía pasarían a buscar a los rosarinos, les cobrarían un asado, seguirían rumbo a Córdoba, donde pernoctarían para continuar el sábado a destino.
Quique y Nacho, padre e hijo, harían el mismo recorrido, pero en auto con las motos en tráiler
Al llegar a Córdoba, la 1200 de Bernardo sonaba a moledora de maíz.

La dejaron allí y Bernardo siguió en auto con Quique y Nacho
Con la esperanza de encontrar un alquiler de motos en Catamarca

Esperanza vana, por cierto.
Berni se quedo a pie y regreso a Bs As desde Catamarca en avión.
Una baja sufrida por el grupo. Berni es amigo de todos y un imán.
Los mendocinos llegamos bien, pese a que casi al llegar, la bomba de nafta de la GS 800 de Franco empezó a quejarse. Gigi, su padre, raudamente le adaptó una de automóvil y todo quedó fantástico.

Gran cena de bienvenida, donde comimos mal y pagamos peor.
Pero importaba solo el espíritu de corps
Y estaba intacto
Partimos al día siguiente con destino a Tafí del Valle.
Despedimos a Berni con un lagrimón y nos lanzamos a la aventura
Apenas comenzamos, nos recibió la cuesta del Totoral, con sus perfectas curvas para motos.

Nos separamos, para ir a la velocidad que cada uno consideraba prudente.
El Turco y yo le sacamos chispas a los reposapiés, sorprendentemente seguidos por Belisario, con muy buena técnica de conducción exigiendo a su flamante Ducati.
Llegamos a la rotonda del límite con Tucumán con una sonrisa de oreja a oreja.
Los demás no defraudaron, llegaron atrás nuestro.

Una especial mención a Quique y Nacho, que con sus maxi scooters no desentonaban.
Hicimos unos kilómetros demás, desviándonos a Famaillá, famosa por sus empanadas.

Nos hicimos un festín con ellas.
Fotos en el monumento al Indio, y a seguir desenroscando las múltiples curvas camino a Tafí.
Un Poema.
Todos contentos desembarcamos en un precioso hotel, cena a la noche los 15 en lindo restaurant del pueblo.
Los jóvenes salieron a la noche Tafiana. Los más viejos nos fuimos a dormir, previa tertulia doppo tavola en el hotel, acompañados de un buen escocés.

Por la mañana nos esperaba Cafayate
Apenas a 180 kms, el camino transcurre por un alto sendero, con buenas vistas a el bosque de innumerables cardones.

Almuerzo en Amaichá del valle, donde Marcelo V. insistía en comer cabrito.
El cabrito fue de la misma calidad que el restaurant, decididamente malo.
Visita a la ruina de los Quilmes, y llegada temprana a un buen hotel boutique.
La ciudad obligaba a beber vinos, así que, en el mismo hotel, merced a una buena botella que traía Marcelo mas otras que compramos en una vinoteca cercana, hicimos una degustación con una picada de antología, que, aunque temprano, reemplazó la cena.
Quique estaba un poco dolorido de su próstata por una reciente operación, así que desistió de la picada y descanso en su habitación.

Salida nocturna a la plaza por unas cervezas, y a dormir.
AL día siguiente, compramos vituallas por una eventual hemorragia de Quique (en el grupo había tres médicos) y salimos con destino Purmamarca, distante unos largos 350 kms.
El camino entre Cafayate y Salta es un poema de curvas, buen asfalto y paisajes alucinantes.
Tras varias paradas a tomar fotos, llegamos a Salta, donde Ariel casi pierde su top case.
A Jujuy nos fuimos por el famoso camino de cornisa.
Ancho como una bicisenda, y sinuoso como una víbora despertó algunos instintos de moto gp en algunos.
Otros iban paisajeando

Y claro, el camino transcurre por una selva.
Precioso
Una desconcentración producto del paisaje envió a Marcelo y su Triumph al suelo.
Nada grave, pero un alerta de que debíamos ir más tranquilos y concentrados.
Sorteamos Jujuy por una circunvalación y a la tardecita llegamos a un hermoso complejo de cabañas que yo conocía en Purmamarca.

Todos muy contentos de la ruta y el panorama
Y muy cansados.
Marcelito L. arrancó su ritual de Fernet con Cola, y lo acompañamos con unas pizzas delivereadas a las cabañas.
No fuimos al centro de Purmamarca,
Extenuados por el largo día, y al siguiente nos esperaba el Paso de Jama, con sus 400 kms hasta San Pedro de Atacama.

Salimos temprano.
Apenas salimos, ya nos recibió la cuesta del Lipam. Una sinuosa subida de curvas caracol, que trepa desde los dos mil a los cuatro mil quinientos metros en apenas diez kilómetros.
Todos subimos alegres, parando cada tanto a tomar fotos de los profundos precipicios.
En la última curva, viene una corta recta, que muere en un mirador donde se aprecian las Salinas Grandes.
Quique venia detrás mío con su maxi a un ritmo alegre y con mucha seguridad.
Me detengo en el mirador, y Quique se detiene al lado mío, casi llevándome puesto, y con cara desencajada me dice

"Me tragué una llama”
Yo no entendía nada, hasta que, al mirar el su scooter, me doy cuenta de que, todo el frente de su BMW había desaparecido
En su lugar, había tripas, sangre y pelos de llama
Quede petrificado
“’¿Te caíste?” pregunte
Sin reparar que, si se hubiera caído, no podría estar a mi lado.
“No” respondió.
El tipo había atropellado un camélido, a más de 100 km por hora, ¡¡lo había despanzurrado y no se había caído!!
Una ayuda divina, sin dudas
Una desgracia con muchísima, pero muchísima suerte.

El impacto había sido tremendo, el cadáver del animal estaba a unos 50 metros fuera de la ruta, y el chasis delantero del scooter estaba torcido.
Aun no me explico cómo no se cayó.
El maxiscooter y Quique quedaron en condiciones de continuar.
Hicimos una parada en Salinas Grandes, a tomarse las consabidas fotos en el salar.
Repostamos en la precaria estación de servicio de Susques y proseguimos hasta
la aduana.
Almorzamos livianito en la estación de servicio del limite fronterizo, por la gran altura (allí estábamos a 4200), tramites rápidos y cruzamos.
Una vez el cruce, se sube una cuesta que lleva a los casi 5000 metros.

Solo Pablito acusó un poco de mal de altura. Los demás, sorprendidos por la escasa potencia de las motos a esa altitud.
Sonaba raro, motos que en el llano asustan por su poder, y jamás pueden ser utilizadas a fondo, aquí nos faltaba acelerador….
Bajamos al precioso San Pedro de Atacama para alojarnos en un complejo de cabañas, que, sin ser de lujo, nos albergó a todos cómodamente.

Esa noche cenamos en distintos grupos en el pueblo que se mantiene como antaño.
El día siguiente era de descanso.
Ariel, Marcelo G., Marcelo V. y Pablo tomaron excursión a los geiseres del Tatio, distantes a 100km donde se debe ir temprano para admirar los vapores.

Los demás nos fuimos a vaguear por el pueblo, excepto Nacho que, con gran paciencia y sabiduría, más la ayuda de unas botellas plásticas y mucha cinta adhesiva dejo la moto de su padre casi igual a nueva.
Increíble la sapiencia de Nacho.
Compre un buen entrecot, y merced a una hermosa parrilla a gas que había en el complejo comimos unos estupendos bifes, todo el grupo, ya que los excursionistas llegaron a tiempo.
Siesta y mas descanso en el pueblo.
Había que organizar el regreso
Belisario dejaría su moto en un transporte en Salta.

Quique y NAcho debían llegar a Catamarca, a por su tráiler
Ariel, Marcelos (V. y G.) Pedro y Pablo seguirían andando hasta Capital Federal y Rosario respectivamente.
Gato, Marcelo L., Gigi, Franco, Héctor el turco y yo, a Mendoza.
Armamos dos grupos.
Los mendocinos por un lado y los demás en otro.
Salimos con una pequeña diferencia de tiempo, subimos Jama deleitándonos con el paisaje y nos encontramos todos en la aduana, donde un evento con un turista con mal de altura, atendido por los médicos de nuestro grupo demoró el trámite.
Nos volvimos a separar. Los mendocinos almorzamos en Susques. Los demás en Purmamarca donde nos volvimos a encontrar.
A todo esto, la bajada de la cuesta

del Lipam fue maravillosa.
Por sus vistas y sus curvas.
Desde allí continuamos todos juntos, con intención de llegar a Rosario de la Frontera.
Dejamos atrás Jujuy.
En el cruce a Salta despedimos a Beli, que se fue a llevar su moto y tomar su vuelo.
En un lugar cualquiera de la ruta, se formo una cola de autos creo que por una obra en el asfalto, y mientras parte del grupo esperaba, una camioneta irresponsable no alcanzo a frenar, se tiro al lado contrario y luego a la banquina debido a que venían autos de frente.
Hubo suerte, si no se hubiera desviado nos atropellaba.

Nos quedó una sensación de sudor frio…
Llegamos muy, pero muy cansados a un buen Holliday Inn situado en la ruta, en la ciudad de Rosario de la Frontera.
Buena ducha, cena en el hotel y a dormir, que nos lo merecíamos.
All día siguiente nos separamos.
Los porteños y rosarinos salieron al sureste, con destino intermedio a Rafaela.
Los mendocinos, al sur, con destino intermedio a Chepes
Y Quique y Nacho, un poco más tarde, salieron para Catamarca, distante 300 kms.
Resumiré
Llegaron a Rafaela, durmieron y el Domingo, cada uno a su casa.
Quique y Nacho subieron las motos al tráiler y continuaron hasta Córdoba, donde pernoctaron y al día siguiente siguieron a su casa.

Los mendocinos, a la altura de La Rioja, sentíamos un ruido raro en la caja de la 1200 de Héctor.
Desaconsejamos a Héctor seguir, por lo que dejamos la moto en una estación de servicios y a Héctor en la terminal de ómnibus para que siguiera a Mendoza. Tres días después, regresaría en camioneta a buscarla. Finalmente fue un bolillero roto. Nada grave
En Chepes, turco, gato y yo decidimos continuar a casa. El resto se quedó en el hotel del ACA.
Los tres llegamos el sábado por la noche muy cansados, después de 1200 km de andar, pero felices.
En definitiva, fue un viaje estupendo.
Se logró un magnifico espíritu de grupo
Se tuvieron maravillosas vivencias
Buenas experiencias
Todos nos desintoxicamos.
Que se repita
Mendoza, Octubre de 2017







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