2015 Quince Motociclistas Alpinos Capitulo 4 de 5
- Marcos Astegiano

- 20 may 2020
- 5 Min. de lectura
DÍA LIBRE. BICICLETAS Y DUCATIS
Trento es una provincia que se disputaron durante siglos los actuales austríacos e italianos.
Con muchos muertos por bando.
Hoy es territorio italiano.
Pero para no seguir en conflicto, los tanos los declararon independiente.
Tiene sus propias leyes (por supuesto, europeas) y cierta independencia.
Es decir, Italia le “entregó” el terreno a Trento en una especie de alquiler.
Y todos contentos.

¿Malvinas dixit?
En fin, en Trento es obligatorio en las escuelas el alemán y el italiano. Todos los carteles están redactados en ambos idiomas.

Y se logró la perfección
Orden prusiano con alegría italiana.
Bolzano, la capital, es una ciudad para quedarse a vivir.
Tiene orden y vida propia.
¡Bellísimo!
Al amanecer partieron los hermanos Gigi y Mario más José en tren con destino Bologna.
Exactamente a Borgo Panigale, sede de la fábrica Ducati.
El objetivo: Ver como se ensambla la Multistrada, visitar el museo, encontrarse con un pariente y regresar a Bolzano, distante unas tres horas de tren.
El resto nos levantamos temprano, fuimos a comprar vituallas para el desayuno y la cena.

Ariel además de médico es chef, y siempre que salimos nos deleita con alguna especialidad.
Tiene un dicho muy curioso, digno de reproducir.
Dice que para él, la medicina es como el matrimonio y la cocina como una amante.
Del primero vive y del segundo obtiene placer.
Simpático.
La convivencia de todos en el departamento grande fue fabulosa.
Salimos de caminata, y nos dimos cuenta que Bolzano es la ciudad de las bicicletas.
De veras podría competir con Amsterdam.
Averiguamos, y la municipalidad, por un euro te alquila bicis por el día.

Salimos 10 a andar en bici.
Decidimos ir a visitar el castillo de Bolzano.
¿Dónde construían sus castillos los Sres. Feudales?
En lo alto.
La subida fue intensa. Algunos abandonaron, otros, llegamos merced al amor propio, pero pidiendo oxígeno a gritos. Destaco el estado físico del turco. A sus sesenta y pico subió sin despeinarse. Me queda el consuelo de que a lo mejor, a su edad, estaré como él.
En cuanto llegamos, nos bebimos unas suculentas cervezas en el bar del castillo. Había que hidratarse.
Bajamos y no sé a quién ni recuerdo por qué se le ocurrió visitar la iglesia de la Magdalena.
Por supuesto, quedaba en el otro extremo de la ciudad, en lo alto…
La subida era tan feroz, que la última parte la hicimos a pie, jadeando como monos.
Cuando llegamos, un cartelito nos informaba que en ese horario estaba cerrada….
La bajada fue alucinante.
Devolvimos las bicis antes del mediodía.
Nos excusamos en que somos motociclistas, no ciclistas.
Una pobre excusa para una decena de gordos totalmente fuera de estado.
Por la tarde descanso, recibimos a los Ducatistas que nos llenaron de anécdotas, y por la noche, la cena.

A esta altura del viaje, describiré al equipo.
El turco estaba en el medio de un problema de polleras.
Fue blanco de opiniones de todo el grupo. La mayoría disímiles, por lo que el turco estaba en la neblina. Pero nunca perdió esa chispa que nos alegra a todos.
Ariel, un maestro. Fue mi subcomandante. Se echó todos los inconvenientes al hombro y siempre con positividad. Lo que se dice un gaucho. Se lo notaba muy contento con el viaje.
Silvestre y Eduardo, grandes amigos entre sí, nos admiraron con su sabiduría. Dos personas mayores de 70 que engalanaron el grupo.
Cocó, siempre un gran protagonista, entró al viaje con una fuerte gripe que se fue agravando con el correr del viaje, Pero estoico, se la bancó toda. ¡Buena Cocó!
Walter, el más pichón, un pingazo, siempre dispuesto a ayudar, tanto que a mitad camino le cambió la Honda por la Versys a Cocó, para que la bien protegida Kawa le impidiera tomar tanto aire al enfermo.

Ale como siempre, súper inquieto, hiperkinético, permanentemente proponiendo cosas para hacer.
Alfredo, a quien conocimos en el viaje, resultó un tipo muy amable y agradecido, que colaboraba en todo.
Bernie… ¿Cómo hace para llevar un bolso del tamaño de una billetera, sacar de él un pantalón blanco impoluto, utilizarlo todo el día, guardarlo y al día siguiente volverlo a sacar como si estuviera recién planchado? ¡Un dandy! Es de los tipos que siempre está. Y se maravilla con todo.
Pedro, un perdido que parece distante pero constantemente aporta. Un grande el Doc!
José, que no estaba en su mejor momento anímico, le ponía unas pilas increíbles. Y siempre de buen humor… sarcástico.

Eddy un caballero. De esos que están permanentemente a la sombra, pero cuando se necesitan son de los primeros.
Y los hermanos, Mario y Gigi siempre disfrutando y aportando, Mario, mi escudero, ya que hizo 1700 km pegado a la rueda trasera de la KTM.
Un grupazo!
Esa noche Ariel nos deleitó con un risotto con hongos de pino que fue un deleite.
Hay que hacer risotto para 15 y que salga a punto.
Salió maravilloso.
Tomamos muchos y buenos vinos italianos.
Borrachos y contentos nos fuimos a la cucha.


LOS MARAVILLOSOS DOLOMITES
Por la mañana fuimos al parking a

ensillar las motos.
En cuanto las montamos nos invadió una sensación de gozo.
Hacia solo 36 horas que las habíamos dejado.
Pero eran tantas las ganas de andar, que verlas ahí estacionadas esperándonos, nos llenó de alegría.
Viajaríamos por los Dolomites italianos, hasta la austríaca ciudad de Lienz, con parada intermedia en Cortina D’ampezzo, por un total de 190kms.
Los Dolomites, que pertenecen a los Alpes, son a mi criterio los que ofrecen el mejor paisaje.
A los eternos pinares le suman una vegetación exuberante, con vistas increíbles a lagos y rocosas montañas.
Digamos que los Alpes alemanes austríacos y suizos representan el orden imperante en esos países, a cambio, los Dolomites representan el arte italiano.
Nada más partir empieza un sinuoso camino ladeando un bello rio. A los pocos kms, comienzan a aparecer hoteles y hosterías… ¡exclusivas para motociclistas!

Nos detuvimos en una de ellas por un café, mientras comentábamos el increíble color del agua de lagos y lagunas.
Desde allí, trepamos una fantástica subida hasta el Passo Pordoi, segundo en importancia motociclística italiana después del Stellvio.
Cambiamos moto con José. El en la KTM y yo en la 1200.
José quedo fascinado.

Yo no tanto.
Es que hay 40 burros más en la austríaca, y mejor ciclística.
Muchas fotos en el Pordoi.
Es que es el passo más cercano a Bolzano, y se llena de motociclistas. En mi viaje anterior, tuve la suerte de hacerlo un día sábado. Nunca vi tantas motos juntas, y tantos buenos pilotos.
Hoy no fue así, ya que era jueves. Pero de todos modos, la subida llena de perfectas curvas fue inolvidable,

Bajamos hasta Cortina, donde almorzamos.
A la salida, por una nimiedad, nos volvimos a dividir.
Un grupo quedó conmigo, y el otro con Ariel.
Nos encontramos en el hotel de Lienz.
A unos 3 kms de la ciudad, el hotel es un cuentito de Heydi.
Desensillamos y a la fría piscina. Que si bien es verano, acá arriba hace frío.
Cerveza y cena en el hotel, con más cerveza.
Luego, ya de noche, caminata por campos con trigales hasta la ciudad.
Más cerveza y a la cama.
Una buena anécdota fue que cuando salimos caminando del hotel con destino a la ciudad, nos encontramos con dos jinetes sobre imponentes caballos, en la puerta del bar, con generosos vasos de cerveza en la mano.

Conversando con ellos, nos comentan que todas las noches se acercan desde la ciudad hasta el hotel por cervezas.
Es la única forma en Austria de conducir alcoholizado sin ser multado.
Arriba de un caballo.
¿Qué tal?
CONTINUARA...







Comentarios