2006 Crónicas Peruanas Capitulo 4
- Marcos Astegiano

- 15 abr 2020
- 6 Min. de lectura
Miércoles, 14 de junio de 2006.
DIA SEIS

Era el día que llegaríamos al Cusco. Salimos de La Paz con la convicción de que llegaríamos al objetivo. Por lo que todo se hizo más fácil. Unos cuantos Kms. Y apareció el Titicaca.
Magnífico.
Y más entusiasmo corriendo por nuestras venas. Llegamos a la frontera. Bolivia nos despidió con más abandono. Estuvimos mucho tiempo tratando de encontrar donde estaba la aduana para autos. Todos nos indicaban mal. Mientras buscábamos, Pablo se detuvo a sacar fotos, se apoyó en la Beeme con tal vehemencia que hizo un rol con moto y todo. Graciosa su caída.

Finalmente cruzamos.
Creo que para dejar el nocivo deporte nacional de quejarnos de las situaciones que vive nuestro país, todos los argentinos deberían conocer Bolivia, y entender que no estamos tan mal después de todo. Perú nos recibió mejor. Si bien sus caminos asfaltados no estaban en las buenas condiciones de los bolivianos (sin dudas eran mas antiguos). es notoria la ambición de los peruanos por superarse. Los cerros están cultivados (en Bolivia nunca vimos un cultivo) y las casas, si bien humildes, están pintadas y con techos de chapa, no de paja. Existe una cierta señalización de caminos. En fin, Perú es más progresista.

Seguimos nuestro camino, hicimos una parada en Puno, en la Isla de Estevez, donde en un flor de Hotel repusimos fuerzas merced a una buena mediatarde, con vista a las Islas de Totora de los Indios Uros.
Continuamos. Y pasando Juliaca Pablo nos hizo señas de que estaba escaso de combustible. Íbamos cortando clavos cuando de repente la BMW se detuvo. Pablo nos explicaba que la detención no se debía a la falta de combustible, sino que se paró de golpe, como si se hubiera quedado sin electricidad. Estábamos a escasos 250 kms. del objetivo y la alemana nos volvía a jugar una mala pasada. Revisamos todo, con gran desazón ya que no encontrábamos nada hasta que no recuerdo quién, descubrió que Pablo había accionado –sin querer- el stop que existe en toda moto en el puño derecho. Con miradas inquisidoras, y mas de un grueso epíteto, todo dirigido a Pablo, continuamos.

Pasando el Abra La Raya, famosa división no solo de Puno del Cusco, sino de climas y paisajes, yo había determinado que quedaban 200 km. exactos al Cusco. Grande fue mi sorpresa y alegría cuando a escasos metros apareció un cartel indicando que el Cusco quedaba a 132 km,. De golpe nos habíamos ahorrado mas de 60 km, A esa altura, con la ansiedad de llegar, sonaba a Gloria. En una parada 90 km después, indiqué al grupo de la buena nueva, diciéndoles que el Cusco estaba a solo 40km. Ya era de noche, y a la segunda curva encontramos un nuevo cartel que rezaba: Cusco 100. El maldito anterior cartel estaba equivocado. Y a nosotros la moral se nos fue al piso. Les aseguro que esos 100 km se nos hicieron los más largos del camino.
Pero así todo llegamos.
A los bocinazos entramos a la ciudad, donde un servicial taxista nos llevó hasta la Plaza de Armas. Allí, frente a la Catedral, destapamos la botella de vino que Pablo traía para la ocasión, y locos de alegría nos abrazamos. Un turista se ofreció a fotearnos. Cuando vino la esposa de éste, resultó ser una gran amiga de Juancho, de quien nos había hablado en el

camino. Fue una increíble casualidad, que Juancho le llama sincronicidad y yo apoyo.
Nos fuimos al Hostal Cristina, que habíamos reservado desde Mendoza y cuya propiedad es de los familiares cusqueños de Amalia.
Una cena de festejo y a la cucha.
Recorrimos 664 kms. en esa etapa. Y un total de 3247 desde Mendoza.
Nos fuimos a acostar con una sonrisa de oreja a oreja.
Jueves, 15 de junio de 2006.
DIA SIETE
Es Corpus Christi en Cuzco.
Y en toda la ciudad se respira religiosidad.
Tanta que aún un ateo de los buenos, como un servidor, puede olfatearla.
Y claro. Me contaron que los conquistadores debían de competir con la pagana fiesta del INTI RAYMI. Esta era la celebración del equinoccio de invierno. Es decir la fiesta del Sol de los Incas. Y no eran pavadas.

Entonces los gallegos dejaron la solemnidad del Corpus Christi tradicional y lo convirtieron en jarana.
Sabían de marketing ya en el 1600.
Hoy son procesiones de orquestas siguiendo a sus santos. Con Coca Cola y Cerveza Cuzqueña patrocinando el evento.
Muy bueno.
Lo mejor de la procesión es cuando sale San Cristóbal. Resulta que el santo pesa como 600 kilos, lo que hace que los porteadores no solo deban ser muchos y fornidos, sino que siguiendo la tradición, deben beber en abundancia para mantener el esfuerzo. Es el santo zigzagueante. Estuvimos con los familiares de Amalia. Una familia patricia del Cuzco, que conserva sus modales y cultura, así como su casa. Una mansión española mantenida desde 1750 y declarada patrimonio nacional.

Una belleza.
La casa y la familia.
Nos invitaron a todos a almorzar. Estaba la familia en pleno, y nos ofrecieron una comilona de antología.
Siesta larga. Los chicos se fueron de compras. Amalia y yo salimos con Berta (una parienta) a tomar un traguito en un hotel cinco estrellas regenteado por una cadena internacional, cuyo edificio es un seminario perteneciente a los Jesuitas quienes se lo concesionaron por treinta años. Bussines are Bussines. Pero que lindo quedó el hotel…

El Cuzco es mágico, místico, espiritual, y en cada rincón, rezuma arte.
La Florencia Italiana del tercer mundo.
Es una ciudad que no defrauda.
Y hoy es mucho. Ya que el desengaño es moneda corriente en el viajero actual.
Ese día, no hicimos ni un kilómetro.
Viernes, 16 de junio de 2006.
DIA OCHO
A las 6 de la mañana partimos en tren rumbo a Machu Picchu. Un viaje de cuatro horas muy ameno, ya que los paisajes son imponentes.
Teníamos el tour programado con visita al Machu, regreso a Aguas Calientes (Pueblo al que llega el tren, que está debajo del santuario, a unos 10 minutos de ómnibus), pernoctaríamos en hotelito, vuelta al Machu al día siguiente, con regreso Cuzco en el tren de la tarde.
La totalidad del circuito Machu Picchu desde el Cuzco, está concesionado a una empresa europea (la que maneja el Expreso de Oriente), por lo que desde la partida, todo funciona de forma impecable. Por supuesto que eso tiene un costo: 150 dólares diarios por capita: El tren más la entrada, más el ómnibus, más… Los europeos saben hacer las cosas. Y saben cobrarlas.

En el tren, el guía que nos habían asignado, nos había aleccionado respecto de a que hora era la partida al santuario, que debíamos hacer con el equipaje, etc, etc, mientras Juancho roncaba a pata suelta.
La llegada debía operar como un reloj suizo. Mientras cada grupo se juntaba con su guía para tomar el ómnibus, venían los encargados de cada hotel a llevarse el equipaje. Todo muy preciso y sincronizado. Excepto para Juancho. Que cuando despertó quiso echar toda la organización por la borda, por cambiarse la ropa. Lo hizo donde pudo. Y mientras el contingente montaba en el micro, Juancho en cueros se acomodaba la camisa mientras perdía el cinturón, lo que provocaba la caída de sus pantalones. Fue una escena sumamente graciosa. Dobló con excelencia el papel de Sean Penn en “Yo soy Sam”.
Llegamos al santuario.
Imponente.
Dos horas de visita guiada sirvió para conocer la cultura y civilización de este pueblo.
Luego, ya libres de guías y ataduras, subimos a la Puerta del Sol. Lugar por donde los viajeros entraban al Machu. Además, por esa misma puerta (en realidad dos columnas de piedra), en el equinoccio de invierno, los rayos se alineaban con un ventanuco situado unos 500 mts por debajo, en el Machu, y segun la intensidad auguraba un buen o mal año.

Se llega a la Puerta del Sol por un sendero que ladea la montaña, muy empinado, lo que sumado a la altura y la falta de estado, nos pareció un calvario, Pero finalmente llegamos. La vista desde ese punto, es maravillosa.
Bajamos y descendimos a Aguas Calientes en micro.
Amalia se quedó en el hotel viendo la repetición del partido que Argentina ganó a Croacia por 6 a 0, mientras los hombres nos fuimos a las termas que dan nombre al pueblo.
Quedan bastante alejadas y por supuesto, en subida.
Las piscinas con agua sulfurosa caliente son reconstituyentes para personas que madrugaron y caminaron todo el día.

Pero Pablo descubrió la verdadera panacea del lugar. Se trataba de Carlos, el barman del lugar, cuyos Piscos Sours no tienen parangón.
Nunca me creí capaz de ingerir tanto alcohol en forma de Pisco. Y lo peor es que lo metabolizaba de inmediato, lo que me permitía seguir tomando.
Desconozco la cantidad que tomamos. Pero seguro que podríamos haber llenado la piscina. Bravo Carlos!!
Cena en un restorancito muy cálido, y a dormir.
Ese día, hicimos más de 15 km. Pero todos caminando. Y en la altura.
Continuara...






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