2006 Cronicas Peruanas Capítulo 2
- Marcos Astegiano

- 11 abr 2020
- 5 Min. de lectura
Sábado, 10 de junio de 2006.
DIA DOS

Después de unas fotos en la Cuesta del Totoral, entramos a los inacabables pueblos anteriores a San Miguel de Tucumán, mientras pasábamos interminables cadenas de carros cañeros. Se me ocurrió que sería una buena idea comer unas empanadas norteñas. Sobre todo escuchando los sonidos que emitían mis tripas.
En un semáforo de uno de esos pueblos, observé a mi derecha un quincho, con un cartel que rezaba “Estela Pachado, Subcampeona Nacional de la Empanada”. Mi instinto de cazador hizo que mi pulgar accionara el guiño derecho, mientras Pablo, no falto de reflejos, abrió la caja de tinto que traía en su portaequipajes.

El camino de Tucumán a Salta/Jujuy es una cinta de buen asfalto de cuatro carriles, con una sinuosidad diseñada para disfrutar la conducción en moto. No recuerdo a quien se le ocurrió invitar a Pablo que guiara al grupo. Pasó Pablo adelante y yo quede de último. Transcurrían los Kms, y el entusiasmo de Pablo por la velocidad aumentaba. Veía el velocímetro de la Varadero, (normalmente oscilando entre los 110 y 120 Km./h), como iba avanzando, primero hasta los 130, luego 140, 150, 160…. Después de unos cuantos Km. a velocidad de vértigo, peleando curvas y pasando camiones como si fuesen estacas, decidí que era demasiado. Tanto para la salud de las motos como para la propia. Puse la Honda a más de 200, pasé a Juancho y a Marcelo, y cuando me coloqué a la par de Pablo para recriminarlo, me quedé absorto por unos segundos viendo su cara de felicidad a través del plexiglás de su casco. El tipo estaba entusiasmadísimo. La cordura me llevó a hacerlo bajar la velocidad y retomar el liderazgo. A 120 Km./h. por supuesto. Esta acción le valió a Pablo dos cosas: La prohibición absoluta de comandar el grupo en el futuro, y el mote de "Pablo Mámola".

Antes de Jujuy, paramos en una YPF a ver el primer partido de Argentina en el mundial. Por supuesto que Amalia fue la fan del grupo, Inmediatamente llegada se mezcló entre los camioneros, concentrándose en cada jugada como si estuviera en la bombonera. A nosotros los varones, el entusiasmo nos fue proporcional a la calidad del partido. Tanto que, en los minutos finales, nos encontró a Pablo y mí ajustando la cadena de la Varadero.

Llegamos a Jujuy de noche.
Lo que a partir de aquí se hizo costumbre.
Me refiero a llegar de noche, no a Jujuy.
Lindo hotel (Augustus), buen precio, cuando me detuve, se me cayó la Varadero, por estar mal parada, y yo mal parido, tomamos Fernet Cola en la habitación, lo que también se hizo costumbre. (Juancho llevaba tal cantidad del negro líquido en sus alforjas, que si lo atrapaba la dirección de tránsito, le obligaba a poner letreros de “Peligro Explosivo”.). Cena liviana y a dormir. Recorrimos 570 Kms de un día nublado en su totalidad.
Domingo, 11 de junio de 2006.
DIA TRES
La caída de la noche anterior provocó la rotura del pedalín trasero. Lo cambiamos por el de una de las Áfricas y pudimos salir.
Era el día de nuestro cruce a Chile por Jama. Mi minucioso sentido de la eficiencia, sumado a la desidia del grupo por cualquier cosa que tuviera que ver con la organización, (de la que confieso, me había hecho cargo con mucho gusto) hizo que no repostáramos en Jujuy, -cada recarga era un tormento de perdida de tiempo- sino la idea era hacerlo en Purmamarca, para así llegar con más handicap

a Susques y luego cruzar.
Subiendo por un camino de ensueño, comenzamos a perforar las nubes, hasta llegar a un cielo completamente azul, con la diafanidad que solo la Puna puede brindar, y un Sol que nos acompañó por los 16 días restantes
Purmamarca tiene uno de los mejores paisajes del mundo.
Pero ninguna estación de servicio

Frustrado, debí llevarlos a Tilcara, desviándonos de nuestra ruta. Mientras cargábamos combustible, se acercaron los curiosos de siempre a ver las cargadas motos, y uno preguntó por nuestro destino.

Se asombró cuando le contamos de nuestro itinerario por Jama. Dijo “Pero van a alargar como 600 Km.!”. “Por qué no van por Bolivia, que es mucho más cerca, y si bien tienen algunos Km. de tierra, ésta está en buenas condiciones”.
Los bucólicos muchachos empezaron a acercarse a escucharlo, mientras contaba maravillas de ese país. Nos convenció fácil. Ganamos esos kilómetros, conocimos otra cultura, otros paisajes y descubrimos que seguía habiendo gente mentirosa respecto del estado de los caminos.
Con la alegría y complicidad de en un tris haber transgredido el plan original, nos encaminamos hacia Bolivia, vía La Quiaca.
El camino es una belleza. Comenzamos a subir en serio. La Varadero empezó a quejarse. Almorzamos en La Quiaca

El cruce de la frontera fue una muestra de lo que nos tocaría: Un incesante hormigueo humano pasando todo tipo de mercaderías (primarias, por supuesto) de un lado a otro. Aduaneros ineficaces, que hicieron aún mas engorrosos los ya de por sí burocráticos trámites. Una tentativa de coima por parte del cónsul boliviano, subsanada debido a que cuando fuimos a su delegación, se fue a dormir la siesta y no dejó instrucciones, por lo que su empleado nos dejo pasar sin más. Ineficientes hasta para coimear.
Cruzamos Villazón y emprendimos nuestro camino a Tupiza.
Bolivia es lo esperado: Miserable, inculta, miserable, ignorante, miserable, sucia, miserable, corrupta.

Basa su pobreza en la mayor de las ignorancias. Llevada a extremos ignotos.
Después de 100 Km. por un camino de polvo, llegamos a Tupiza, cuyo único patrimonio es haber sido el pueblo donde mataron a Butch Cassidy y Billy the Kid. Merced a un buen hombre que nos guió con su tractor (¡) encontramos un razonable hotel (Hotel Mitru), producto de su cercanía al Salar de Uyuni que atrae turismo internacional. Conversando con personal del hotel, comencé a formarme una sospecha (luego largamente confirmada) sobre que los bolivianos adolecen totalmente de conocimiento e información.
El mensuramiento de las distancias, es en horas, no en kilómetros. Y esas horas dependen de las clases sociales. Si viajan en auto (muy, pero muy pocos lo poseen), son 4 horas, si lo

hacen en combis (el transporte por antonomasia del altiplano), son 7, si lo hacen en micro, 12, si lo hacen en mula (sí, en mula) dos días. Pero nadie sabe cuanto carajo de kilómetros hay entre un sitio y otro. Y no entendían que en motos que promedian los 120 Km./hora, aún en la tierra, se demora menos que en combi, por lo que las putas 7 horas no nos servían de referencia alguna!. Otra cruzada con resultado de fracaso absoluto fue la de conseguir un mapa carretero.

Sencillamente no existen. A nadie se le ocurriría invertir en su impresión, teniendo el porcentaje mas bajo de automóviles por cápita de todo Sudamérica (esto lo estimo, pero no debo estar muy errado).

Fuimos a un restaurante (suponemos el mejor del pueblo) donde solo nos atrevimos a pedir pollo. Y a dormir. Lo que no fue fácil a 3500 m de altitud.
. Debo decir a favor de Bolivia (o al menos,no en su contra) que es alta.
Desde que entramos, hasta que salimos, viajamos siempre sobre los 3500 mts de altitud. Con varios pasos más allá de los 5000.
Hicimos 385 Km., ese día. 100 de tierra
Continuara...







Yo en esa época no los conocía yrealmente me asombro xq no conocía ese mundo y ahora lis comprendo tanto amor x sus motos y sus viajes
Como lo disfruto cada vez que lo leo. Feliz de haber sido protagonista
Buenísima la descripción, también tuve el gusto de hospedarme en el Hotel Mitru, bastante potable. Geniales los adjetivos calificativos de Bolivia y su gente, 👏👏👏, gracias