2018 SIETE MATRIMONIOS EN CROACIA Capítulo 2 de 2
- Marcos Astegiano

- 28 jun 2020
- 5 Min. de lectura
Al día siguiente partimos a Dubrovnick, distante 200 kilómetros, de los cuales, 80 transcurrirían por la isla en un trabado y angostísimo camino, sin banquinas, muy lindos para disfrutar el pilotaje de moto, pero con pocas chances de apreciar el fantástico paisaje debido a la concentración que se nos exigía.

Cruzamos en un ferry mucho mas corto y continuamos hacia nuestro destino por un muy buen camino costero, donde pudimos admirar el delta del Neretva y los criaderos de ostras de la zona de Ston.
Llegamos a nuestros alquilados departamentos fuera de la zona vieja de la ciudad, donde el check in fue lento y tortuoso.
Todo el grupo tomo un ómnibus urbano que nos depositó en la ciudad amurallada, luego subimos al funicular para apreciar las vistas, y por último recorrimos la impecable ciudad vieja. Cenamos unas abundantes y ricas pizzas en la ciudad y regresamos a los deptos distantes cuatro kilómetros caminando en la noche croata.

Por la mañana partimos con destino Kotor, en la republica de Montenegro. Las chicas tuvieron su primera multa por exceso de velocidad. Iban a 90 cuando debían hacerlo a 60. La autoridad las detuvo, y no les posibilitó continuar hasta que no pagaran en un banco. Estaban muy ofuscadas, y su trato con la policía no fue el mejor. Pudieron continuar porque de mujeres se trataba. Nosotros, los varones no hubiéramos tenido tanta suerte.

Por mi parte, había trazado un camino mas largo para las motos, por la montaña, mucho más sinuoso.
Para llegar a él, pasamos por un asfalto donde durante unos kms era el equivalente a un jabón. No estaba mojado ni húmedo, pero supongo que por efecto del sol (derretimiento) era muy resbaloso. Lo hicimos con mucho cuidado y temor.
Finalmente entramos en el camino sinuoso. Era un sendero comarcal, muy trabado, que pasaba por una campiña espectacular. Anduvimos maravillados por unos cincuenta kilómetros hasta que un cartel nos advirtió que a partir de allí el camino estaba clausurado.

Debíamos pegar la vuelta
Cosa que no nos disgustaba. Tan lindo era el camino y sus paisajes…
Al regreso le faltamos un poco el respeto al asfalto resbaladizo. Y nos cobró su precio. Pedro , en una curva, perdió la adherencia en la rueda delantera y se fue al suelo

Sin mas consecuencia que una torcedura de tobillo.
Al regresar por que el grupo de atrás no venía (Caída de Pedro) el Turco girando en U también visitó el piso.
Ambas caídas sin consecuencias, pero fue una alerta.
Entramos a la bella Kotor por un camino angostísimo, bordeando el mar, que, en la bahía, más se asemejaba a un lago.
Ubicados en un muy buen hotel, paseamos por la bella ciudad antigua, cenamos opíparamente y a dormir, que, al día siguiente, los lagos de Plitvice nos quedaban lejos, a unos 500 kms.

Nos levantamos temprano, apropicuamos las motos, las chicas subieron a la van, y cuando vamos a despedirlas, la van no arranca.
El burro de arranque giraba, pero el motor estaba mudo. Ni una explosión.
Probamos todo lo que nuestros conocimientos daban: Desconectar y reconectar la batería, revisar filtros, cables, combustibles, etc.
Pero nada

Llamamos a Avis, la rentadora, para que nos cambiaran el vehículo. Pero Avis no opera en Montenegro. Y no tenían ninguna intención de hacernos la cosa fácil.
Ya cerca del mediodía, trazamos tres planes, a ejecutar por distintos equipos.
El primero era presionar a Avis de todas las formas posibles para que se hiciera cargo, Tarea que recayó en los Vale y Pablo, que con su impecable inglés podían comunicarse (putearlos) como corresponde.

La segunda era dejar tirada la van, alquilar otra y proseguir viaje. Con las consecuencias que esto podía acarrear. De esto se encargaban Belu y Beli. La primera por su inglés y el segundo porque es abogado.
La tercera era la de intentar reparar la van. Ariel y Louis se ocuparon de conseguir unos mecánicos que vinieran a verla.
Yo coordinaba y el resto, almorzaba cómodamente en el hotel.
Mientras los mecánicos, que solo hablaban croata, toqueteaban el motor, sin mucho conocimiento ni esperanzas, se me ocurre darle contacto e intentar el arranque, cuando en la computadora veo por un instante una leyenda que rápidamente desaparecía.

Lo hice varias veces hasta que descubrí que decía: “Engine inmovilized. Add Adblue”.
Me fui hasta el hotel para buscar señal de internet para intentar descubrir que carajos era Adblue.
El sabelotodo Google me indica que es un aditivo que llevan los diésel de última generación para contaminar menos.
Recordé que mientras en la mañana hacíamos la recorrida de las posibles fallas, cuando abrí la tapa del combustible, vi una segunda tapa color azul.
¡Asocié eso con la luz naranja que estaba encendida en el tablero y Bingo!
Le faltaba el aditivo.
Ariel y Beli fueron a una estación de servicio, compraron un bidón de Adblue. Se lo agregamos por la boquilla indicada y la Ducato arrancó al instante.

Somos del tercer mundo, y nunca habíamos oído hablar del Adblue. Me queda el consuelo que los mecánicos montenegrinos y la gente de Avis que vino a ver el coche, tenían el mismo grado de ignorancia que el nuestro.
Con una demora de cuatro horas del plan trazado, partimos.
El viaje fue tedioso. Apenas salimos entramos en Bosnia Herzegovina y Serbia por 300 kms. Ambos son países subdesarrollados para los estándares europeos.
Malas carreteras, sin autopistas, todas las rutas atraviesan muchos pueblos que te obligan a ir despacio. El parque automotor muy viejo… En fin, pintoresco al principio, pesado después.
Reentramos a Croacia casi por la noche. Los últimos 200 kms lo hicimos por una fantástica autopista, llegando a Plitvice casi medianoche. A unos pocos kms de llegar, en la oscuridad detecto algo que cruza el camino delante de mi moto. Era un ciervo. Y por poco no me lo llevo puesto. Susto que sirvió para romper la monotonía y el cansancio.

Las chicas llegaron antes, por lo que nos esperaron ya cenadas.
El hotel ya lo conocía. Con Amalia nos habíamos hospedado en un viaje anterior. Una hermosa casona de pocas habitaciones, en medio del bosque, atendida candorosamente por sus dueños.
Salimos temprano hasta el parque nacional de los lagos. Tomamos un ómnibus con vagones que nos trasportó hasta la cima, y desde allí, por el sendero trazado sobre los lagos, descendimos viendo cómo, a través de majestuosas cascadas, se pasaban agua uno al otro. A mitad camino, un grupo prosiguió y el otro fue por pizzas a un pequeño y bello centro de esquí cercano, que por ser verano, todas sus pistas eran de césped.

Todo el parque es espectacular, y una atracción mundial.
Por la tarde fuimos al pueblo de Rastoke, donde el agua de decenas de arroyos y canales pasa debajo de sus casas, moviendo molinos para generar energía. Muy, pero muy bello.
A la noche la gente del hotel nos esperó con una cena espectacular.
Por la mañana siguiente, comenzó nuestro regreso a Milán, con escala intermedia en Vicenza.
Llegamos al muy buen hotel, viejo castillo, en las afueras de Vicenza apenas comenzó la tarde, Aperol en la piscina, buena cena y despedida de Belu y Beli que se quedaban en Venecia.
Salimos al día siguiente por autopista hasta cubrir los pocos kms distantes a Milán, donde llegamos al mediodía.
Recorrida por la ciudad, y cena de despedida en lo de George, un simpático milanés dueño de un restaurant de muy buena calidad.
Todos nos quedamos una semana más.
Vel y Pablo partieron a Suiza con un matrimonio amigo.
Belu y Beli a recorrer en moto el norte de Italia
Eli y Pedro partieron por unos cuantos días más a Londres
Los turcos, a Cerdeña y la costa Amalfitana

Y con Ligia y Louis continuamos una semana, en moto siguiendo al Motogiro d´Italia por todo el norte de ese país, para el cual nos habíamos inscripto unos meses antes.
Fue un viaje fenomenal, que, además de sumar paisajes y buenos caminos en moto, sirvió para demostrar que se puede salir en grupo numeroso de parejas, y no solo respetarse, sino hacer una gran cofradía.
Una nueva y buena experiencia
Que dure
Croacia, mayo de 2018.
Proximo, ALASKA, un sueño a cumplir





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