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2018 SIETE MATRIMONIOS EN CROACIA. Capitulo 1 de 2

  • Foto del escritor: Marcos Astegiano
    Marcos Astegiano
  • 24 jun 2020
  • 5 Min. de lectura

Hemos realizado decenas de viajes en moto en grupos.

Siempre solo varones

Nuestras mujeres reclamaban, con justicia,un viaje con ellas.

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Cena de Bienvenida, en el Lago Maggiore

Esta primavera europea lo encaramos.

De una gran cantidad de anotados, terminamos siendo 7 matrimonios

No es poco

La costa Dálmata fue la elegida. Sus caminos preciosos, sus paisajes maravillosos y menos turismo que en la Europa central garantizaban placer.

Primavera, por su buen clima, también

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Lago Maggiore, Italia

El encuentro debía ser en Milán, el jueves 19 de abril

Allí es fácil llegar, hay buena oferta de alquiler de motos, y queda relativamente cerca de la frontera con Croacia.

Los arribos fueron dispares.

Belu y Beli, los cachorros del grupo salieron casi una semana antes, para disfrutar Roma, al igual que Marta y Ariel.

Eli y Pedro unos días antes.

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Entrando a Eslovenia

Los otros cuatro matrimonios, Vale y Pablo, Lidia y Turco, Ligia y Luis y Amalia y yo, saldríamos juntos el martes, pero una imprevista huelga Air France nos dividió, nos envió por distintos lugares y nos llenó de estrés.

Al arribar, retiramos una van previamente alquilada, para trasladar a las féminas y a nuestro equipaje.

Lo que desconocíamos, era que dicho vehículo sería un gigante mini bus, que Amalia, su conductora, debía guiar por más de 2000 kms.

La Ducato, así se llamaba, parecía un mamut.

Nada que amilanara a Amalia.

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Por la peninsula de Pula

Nos dirigimos al Lago Maggiore, donde un día antes habían arribado Vale y Pablo, a un hotelito precioso frente al lago.


Mas tarde llegaron Eli y Pedro.

Una gran cena de bienvenida, con abundante pasta frutti di mare bien regada con Chianti anticipó lo que vendría: Maratones epicúreas.

A la mañana siguiente, ya en la rentadora nos fueron entregando las motos, mientras llegaban los dos matrimonios romanos faltantes.

Las motos eran dispares, pero todas en buen estado general. 2 BMW 1200RT, 2 BMW GS1200, 1 BMW GS 800 y 2 BMW GS 700

Salimos, las chicas en la van y nosotros en las motos, en momentos diferentes, ya que coordinar un viaje de siete motos y una van, en el transito europeo es un imposible.

Nos esperaban 432 kilómetros hasta Trieste, en la frontera con Eslovenia.

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Entrando a Crocia

Una aburrida e impecable autopista donde solo hicimos un stop para almorzar y repostar.

Allí nos encontramos un momento con las damas quienes partieron unos minutos antes que nosotros.

A los pocos kilómetros vimos que la van nos hacía señas para detenerse.

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Camino hacia Zadar. Un poema el Adriatico

Lo hicimos en un lugar apropiado y las nenas nos dicen que se les había encendido una luz en el tablero.

Con Luis, un especialista nos fijamos y vimos que era color naranja. El manual decía algo respecto a un aditivo faltante. Al ser naranja y no roja decidimos continuar viaje. La lucecita seguiría encendida por días.

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Estrecho...

Unos pocos kilómetros antes de llegar a destino, ya al atardecer, el GPS me indica un desvío, doblo, lo hacen todos mis seguidores excepto Pedro, que sigue de largo en la autopista.

Imposible ir a buscarlo, por lo que seguimos solo seis hasta el hotel, donde demoramos en llegar por la belleza del paisaje (aquí apareció el Adriático en todo su esplendor). Al llegar nos encontramos con las chicas y con… Pedro.

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Zadar

Pedro se guió solo por el instinto, y llegó a destino mejor que nosotros. Increíble la estrella de este tío.

Nos alojamos en un mal hotel en Trieste (con Vale nos habíamos ocupado de reservar la totalidad de la hotelería, este era el primero y ya era malo. Parecía un mal presagio).

Trieste es triste. No se si por su funesto pasado en la primera guerra mundial o por qué. Pero simplemente es fea y poco amigable.

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La Costa en su esplendor

Distinta de la pizzería donde concurrimos a cenar. Fuimos fantásticamente atendidos por el dueño y su esposa, quien resultó ser una pulposa ex Miss Italia, que se dio muy bien y con mucho cariño hacia el varonaje, aún delante de su marido.

Fue graciosa la escena, al menos para nosotros. Para Lidia, Ligia y Belu no lo fue tanto, a juzgar por los reproches hacia sus parejas… Muy divertido.

Por la mañana dejamos Trieste y entramos a Eslovenia.

De una bucólica autostrada pasamos en un tris a fantásticos caminos de

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Camino a Split

semimontaña, escoltados en todo el trayecto por frondosos bosques de robles.

Empezaba lo lindo

Apenas unas decenas de Kilómetros por Eslovenia y entramos a Croacia. Continuamos por otro boscoso camino atravesando la península de Pula hasta que apareció el Adriático, deslumbrante. Camino de cornisa sobre la costa, sinuoso, de buen asfalto y mejor paisaje. Meca para andar en moto.

Con las chicas nos cruzábamos cada tanto.

Fueron 288 kms que se parecieron a una pintura de Chagall. Fantástica.

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El Grupo aguardando el Ferry en Split

En un momento de encuentro con las chicas, donde paramos a tomar unas fotos, pasaron tres motoristas en pisteras, apoyando sus rodillas en las curvas. Nos movieron los ratones a todos.

Debimos detenernos una media hora por una carrera de bicicletas. Nos movimos hasta un pequeño foodtruck por unas cervezas. Buena estrella la nuestra.

Llegamos a Zadar, nuestro destino, por la tarde.

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Esperando el ferry....

Nos dividimos en dos hoteles cercanos, muy buenos por lo que el mal presagio fue desapareciendo, y nos fuimos a recorrer la bella ciudad antigua.

Cenamos en un coqueto restaurant y nos fuimos a descansar.

Al día siguiente partimos otra vez por caminos costeros de montaña, con un paisaje idílico con destino a la gran ciudad de Split distante a solo 160 kms.

Aquí haré un paréntesis para hablar del clima: Sol siempre, sin una nube, y 24 grados de promedio.

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Navegando hacia Hvar

En todo el viaje.

El clima fue tan bueno y tan constante que nos olvidamos de él. Solo lo disfrutamos. Mas, no se podía pedir.

El camino fue bueno, pero tanto pueblito en el medio, donde nos obligaba a reducir la velocidad lo hizo monótono.

Llegamos al buen hotel de Split al mediodía.

Abrevamos unos buenos mariscos en un restorán del puerto, lo que obligó a algunos a tomar una prolongada siesta, a otros ir a conocer el palacio Dioclesano y a algunas pocas a salir de shopping.

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Isla de Hvar. Castillo de Napoleon

Por la noche hubo picada surtida y generosa en la habitación/departamento de Ligia y Luis.

Es decir, para todos un día de excesos gastronómicos.

Al día siguiente, recorrimos el puerto y la rambla mientras esperábamos el ferry que nos llevaría a la isla de Hvar.

Dos horas de navegación por las islas y desembarco en el puerto de Stari Grad.

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De Hvar a Zori, por el Adriatico

Unos pocos preciosos kilómetros por la montañosa geografía de la Isla nos llevaron al fantástico hotel donde nos quedaríamos dos noches.


Caminata por la ciudad vieja y cena en terraza de precioso restorán con vistas al calmo mar circundante.

Comida de primera.

Ya Luis comenzaba a despuntar con sus graciosos giros idiomáticos.

Louis (rebautizado) no habla otra cosa que castellano, pero tiene una frondosa imaginación para tergiversar palabras españolas y llevarlas a otro idioma. La espontaneidad de sus potentes exclamaciones y lo atinadas al momento nos hacían morir de risa.

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Paisajes Croatas

A la mañana hicimos una caminata en subida hasta el castillo que utilizara Napoleón, al mediodía cada uno hizo su vida y a la tardecita alquilamos una lancha que nos llevó a todos a conocer la costa y finalmente, recalamos en un previamente reservado restaurant en la isla de Palmigiana, de nombre Zori, al cual solo se accede por agua.

El restó y la cena fueron puro encanto.

La cantidad de alcohol fue proporcional al tamaño de la cuenta (“The aditttion” según Louis)

Todo fue fantástico

Incluida la navegación nocturna, observando el firmamento desde la embarcación, camino al hotel.

Glamour, en su mejor expresión.

CONTINARA...


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Vista desde nuestro Hotel en Hvar

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