top of page

2016 BOLIVIA POR QUINTA VEZ Capitulo 1 de 2

  • Foto del escritor: Marcos Astegiano
    Marcos Astegiano
  • 26 may 2020
  • 5 Min. de lectura

Así fue

Cuatro veces más visité Bolivia, después del viaje a Cuzco.

Y eso que en mi primer relato escribí pestes.

Es que me generó una increíble curiosidad.

¿Cómo un país podía ser tan primitivo y tan feliz a la vez?

ree
Camino a Purmamarca

Al principio fue intriga. A medida que lo fui conociendo, pasé de la aversión a la admiración.

Increíble como esa gente, en pleno siglo XXI está totalmente descontaminada de occidente.

Además, para aventurear en moto lo tiene todo: Caminos sin asfaltar, sin señalizar, muy sinuosos, altura, falta de infraestructura y por sobre todo, paisajes increíbles sin corromper por el hombre.

Fui por segunda vez en el 2008, al altiplano. Esa es la única región que conozco. Dicen que la zona de Santa Cruz conforma otro país. No lo sé. Solo que el altiplano me intrigaba demasiado.

ree
Partiendo desde Purmamarca

Ese segundo viaje estuvo plagado de desventuras. Fue como que desafié los elementos con el equipo inadecuado. Típico de un principiante.

Me adentré en las tremendas alturas y aridez de la Puna con la moto incorrecta, el equipo incorrecto, los datos del trazado incorrectos…

Fuimos dos, yo con una GS1200 Adventure. Un mastodonte para la Puna. Neumáticos lisos, dos toneladas y media de equipos, casi todo inservible. Con un trazado en GPS, donde en la Puna, los caminos cambian año tras año, por lo que lo razonable es preguntar (y mucho, porque las indicaciones no siempre son fiables).

La idea fue llegar a Tupiza (lugar donde había estada en ruta a Cuzco), y desde allí hasta Uyuni Citi, atravesar el salar, tomar el alto y peligroso camino a las lagunas, para llegar a San Pedro de Atacama en Chile, cruzar a Argentina por Jama e internarse en la Puna salteña. Eso en unos diez días.

ree
Humahuaca

Todo nos salió mal. A Uyuni Citi llegamos con dos días de atraso por roturas, cruzamos el salar, el camino a las lagunas se nos hizo imposible con esas monturas, desistimos y nos perdimos, anduvimos dos días a ciegas, sin saber por dónde ni a donde nos dirigíamos, llegamos a SPAtacama exhaustos, al regresar nos volvimos a extraviar, dormimos en una mina, rompimos trescientas gomas y deterioramos mucho las motos.

Me dejó un sabor amargo y muchas ganas de regresar a vencerlo.

En el 2009 lo intenté nuevamente. Esta vez fuimos tres, Romanito (nuestro hijo de 19) y Santiago, un gran amigo.

Elegí mejor la moto: una GS 650. Mucho más liviana y manejable. El equipo fue el adecuado.

Esta vez hicimos todo bien. Pero una intensa nevada nos cortó el paso por las lagunas. Llegamos solo hasta Laguna Colorada. Para regresar tuvimos que realizar un larguísimo desvío que nos tomó dos días.

ree

Otra vez me quedó sabor amargo.

El accidente que le costó la vida a Romano al año siguiente, hizo que suspendiera casi totalmente mis viajes en moto. Sobre todo, por los lugares por donde había estado acompañado por él.

Así fue que regresamos con Marcelo, mi compañero de aventuras endureras, en el 2015.

Con más experiencia, la moto perfecta (Suzuki DR400) y buen clima, cerramos el circuito sin novedades. Finalmente había logrado vencer a la Puna.

El camino a las lagunas, largamente inconcluso, se resistió a ser vencido. Fue extremadamente duro y muy técnico. Siempre a más de 4500 metros de altura.

ree
Villazon, almuerzo amenazado por la jauría

Un desafío del que me siento orgulloso por superarlo. Y me alegro de no haberlo podido pasar anteriormente. Seguramente hubiera tenido accidentes o roturas importantes. Muy extremo.

Sofía de 20, la menor de nuestras hijas estaba en un mal trance. Adicción y problemas psiquiátricos la llevaron a un tratamiento donde no la estaba pasando bien.

Me expresó las ganas de ir a la Puna conmigo.

Dudé por su estado, pero finalmente concluí que podía hacerle bien, muy a pesar de las recomendaciones del psiquiatra y de los amigos

Así que compramos una segunda moto de enduro (una buena copia china de la Suzuki DR 250 de los 90, llamada Euromot)

ree
Camino Tupiza / Uyuni

Hicimos unas prácticas por circuitos de enduro cercanos a casa (toda mi familia monta moto desde siempre, y lo hacen muy bien) y el 11 de marzo viajamos.

Ambas motos cargadas en nuestra camioneta, un día para el Mendoza / Purmamarca, dormimos allí, dejamos el vehículo a buen recaudo y partimos.

El destino del primer día era Tupiza. 350 kms de pavimento, la entrada a la Puna.

Nafta en Humahuaca, en pocos minutos cambio de gliseur por uno más pequeño al carburador de la Euromot (quedaba gorda de combustible por la altura y fallaba) y llegamos a la Quiaca, frontera con Bolivia

ree
Repostando en la puna

En mis cuatro anteriores viajes los tramites fueron de terror. Horas parados en la aduana aguantando la ineficacia de los coyas.

Esta vez fue rapidísimo. Sofi no cree de mis anteriores experiencias. Sostiene que miento…

En Villazón, la ciudad al otro lado de La Quiaca, decidimos comer algo. Eran las tres de la tarde y picaba el bagre.

ree
Segundo repostaje en la puna...

La higiene de los restó bolivianos no invita a sentarse a la mesa. Menos aún el tipo de comida. Además, todos son internos, por lo que desaconsejan dejar las cargadas motos sin la vista de sus dueños.

En una rotisería compramos pollos al spiedo, papas fritas, el equivalente local a una naranpol, y a la plaza a comer.

No más sentarnos al banco de la plaza, apareció una jauría de hambrientos (y simpáticos) perros con la aviesa intención de comernos los pollos.

Hubo que comer muy atentos a que no se acercaran, porque peligraba no solo el almuerzo, sino nuestra integridad.

Fue simpático y estresante a la vez.

ree
Tercer repostaje en la puna....

Al salir, una tonta caída de Sofi al bajar el cordón, nos hizo perder el espejo izquierdo.

Bautizo de la Euromot.

Al atardecer llegamos a Tupiza, hicimos combustible en la única estación del pueblo, donde siempre hay colas eternas, pero esta vez nada. Sofi continúo pensando que yo mentía.

Paramos en el hotel Mitru (yo por quinta vez), cenamos liviano y a dormir a 3400 mts de altura.

Al día siguiente nos esperaban los 200 kms hasta Uyuni.

Camino de mucha altura, se rozan los 4800mts, muy trabado, todo de tierra, y muy pero muy roto.

Los primeros kms fueron muy divertidos, Sofi le tomo la mano rápidamente al camino y disfrutaba su Euromot. La subida se hizo intensa, y en la altura había que llevar la 250 en primera.

Los paisajes alucinantes, y Sofi encantada.

ree
Desolado paisaje altiplánico

En la bajada hacia Atocha, la única ciudad (¿?) intermedia, aparecieron los primeros bancos de arena. Sofi cuerpeó los primeros con la valentía que brinda la ignorancia. En uno de ellos tuvo su primera caída importante. Nada grave, ya que era arena, pero lo suficiente para infundirle respeto. Demasiado al principio, como pasa siempre.

Llegamos a Atocha, y en su primitiva estación de servicio no encontramos combustible. No importaba, teníamos reserva suficiente en nuestros bidones.

En la llegada al pueblo, Sofi tuvo un bajón, anímico y físico, solicitando comer, beber y descansar un poco. Yo no medí la real necesidad de la situación, lo que provocó una importante depresión en ella, de la que tardó un rato en salir por mi culpa. Sorry daugther.

Ya repuestos, continuamos por el tortuoso pero bello camino hasta Uyuni. Grandes arenales hacían que Sofi visite el suelo, con menor frecuencia de la esperada para un principiante. Los paisajes cada vez más lindos.

La verdad que Sofi, teniendo en cuenta la altura, el cansancio y su inexperiencia, hizo un bautismo de Puna fenomenal. Una gran conductora. Y un muy buen temple.

Llegamos muy cansados al atardecer a Uyuni. Hicimos combustible, una ducha reparadora en el hotel de siempre, y Sofi salió a conocer la noche Uyunense.

Continuará...


ree
Llegamos a Uyuni muy Cansados, con huellas de polvo..

Comentarios


Publicar: Blog2_Post

©2019 by Mototrips. Proudly created with Wix.com

bottom of page