2013 EEUU Costa Oeste Capitulo 2 de 2
- Marcos Astegiano

- 10 may 2020
- 5 Min. de lectura
El Viaje
Salimos el domingo de L.A. con destino a Santa Bárbara, distante solo 150 Km.
Por consejo de un amigo de Héctor, desviamos el camino hacia la montaña y visitamos Topanga canyon y Calabassas.

El camino era un poema de curvas y buen asfalto.
Despacito se admiraba el paisaje y la Harley, protestando un poco, se dejaba doblar.
En cuanto acelerabas un poco, se negaba a inclinarse, y en cuanto la exigías, salían chispas de la rascada en el asfalto de los escapes.
Toca abajo con una facilidad increíble.
Así que despacio y a admirar el paisaje
Que fue precioso
Colinas verdes por la humedad del Pacifico.
Y todo muy cuidado.
Y claro. California está a la punta en cuanto a cuidado del medio ambiente.
Realmente merece un párrafo hablar de este Estado.
Los californianos han desarrollado una característica que asombra:
Un extremo respeto por el prójimo.

Producto de una educación de años, nadie tira basura, todos cuidan todo, manejan muy respetuosamente.
En fin, envidiable para un argentino desacostumbrado al buen trato.
Por supuesto que la infraestructura esta a la altura: Rutas impecables, señalización hasta el hartazgo. Todo, pero todo funciona.
Maravilloso
Almorzamos en restaurante típico americano y regresamos por la Highway 1 costeando el océano proa a Santa Bárbara.
El clima no acompañó: Nubes bajas y frío. Pero sin la anunciada lluvia.
Llegamos a Santa Bárbara, elegimos un buen hotel y salimos a cenar.

Primer punto en contra para los californianos. Cenan supertemprano (19 hs) y a las 21 todo cierra. Las ciudades mueren
Nos costo encontrar un restaurante abierto.
Santa Bárbara es una ciudad costera muy bonita, rodeada de montañas bañadas en residencias con vistas al mar.
Una más linda que la otra.
Lineu se preguntó ¿Por qué permitían favelas allí?
La idea era quedarse dos noches por cada lugar que llegáramos.
Así que el día siguiente hicimos huevo en esa preciosa ciudad, y al mediodía partimos hacia las sierras, para almorzar en un pueblito que nos recomendaron (Ojai) y regresar por la tarde a St. Barbie. Los caminos de montaña hermosos para hacerlos en moto, categoría donde no entra la Harley.

El tercer día era el mas largo del viaje, 250 Km.
Como ven no nos esforzábamos mucho.
Destino: San Simeón, en el corazón de la costa oeste y en el medio de la nada.
El camino se ponía mas lindo.
Mar a la izquierda, colinas verdes a la derecha, alta montaña más lejos, sin nada de tráfico y entre el mar y la montaña, terrenos cultivados con chacras.
Era época de cosecha.

Notábamos que en cada lugar de cosecha había muchos autos.
Pensábamos en una fiesta.
¡Pero que forma tercermundista de pensar!
¡Aquí los cosechadores llegan en su propio coche!
Por la tarde arribamos al hotel de San Simeón.
Queda solitario en la playa. Y es de gran calidad.
A la tardecita prenden fuegos sobre Fire pits (estructuras de cemento para hacer fogatas) al lado de la playa.

Acompañar las fogatas al atardecer con un scotch fue tarea diaria con los González y Vitale.
Al día siguiente visitamos el castillo Hearst, propiedad de un magnate de la Belle Epoque (William Randolph Hearst) que se hizo un castillo europeo sobre la principal colina de su rancho de 110.000 hectáreas (si, ¡ciento diez mil en California!) Hoy la familia dono el castillo al estado, quien por 25 dólares te lo muestra de una manera muy eficaz. La familia Hearst aun conserva 33.000 has.

Tienen para vivir varias generaciones.
Lo malo de la visita, fue que el viaje al castillo (distante unos pocos Km. del hotel) lo realizamos en la Goldwing. Héctor de vuelta y yo de ida.
El maldito viaje sirvió para comparar las motos, y darnos cuenta de lo que nos habíamos perdido. La japonesa parecía una bicicleta (si, una 1800 parece una bici al lado de una Harley), era unas 100 veces mas cómoda, y, el alquiler era por la misma plata.

A Lineu le costó convencernos qué se la devolviéramos.
Tercera etapa: Carmel
El camino hasta Carmel es siempre al lado del mar, pero los 150 Kms son por acantilados, subiendo y bajando por estrechos caminos, montaña a un lado, precipicio al mar por otro.
Caminos con muchas curvas y preciosos paisajes, lo que nos hacia ir muy despacio.
Puse la Harley en cuarta (tiene 6ta) y no le toque el cambio por muchos kms. El chuf chuf del motor y la dureza de sus suspensiones me recordó al Massey Ferguson que teníamos en la finca. Nada másparecido a un tractor sobre dos ruedas que una HD.

Aun me duele la vista de la belleza de los paisajes.
Por un incidente menor tuvimos que hacer 50 Km. de más por el mismo camino.
Lo haría toda mi vida.
Cafecito en Big Sur (lugar donde nació el movimiento hippie en los 60) y continuamos hasta nuestro destino.
Carmel es el balneario más fino de EE. UU.
Lo que ya es mucho decir
Durante muchos años el alcalde fue Clint Eastwood.
Lo rodean mansiones y campos de golf por doquier.
La ciudad esta toda arbolada, en una colina y con un cuidado extremo de todos los detalles.

Nos quedamos dos días en un hotelito muy cozy.
El día de descanso nos acercamos hasta Monterrey, muy cerquita, para recorrer el acuario. Uno de los mejores del mundo. Amen
Al regreso quisimos recorrer el 17 miles drive, camino costero privado, que circunda la playa de Pebble Beach, donde se realiza uno de los másteres de golf más importantes del circuito.
Hace 10 años lo había recorrido en coche.

Al ser privado, sus moradores lo mantienen impecable y te cobran 10 dólares de peaje.
Grande la desilusión cuando nos frenaron en el peaje diciendo:
Sorry, motorcycles not alowed.
Discriminan a los motociclistas estos ricachones.
Con Lineu y Héctor decidimos no comprar jamás propiedades en esa zona.
Quedamos muy calientes.
Muy lindo Carmel. Los varones tuvimos que usar toda nuestra astucia para que nuestras mujeres no dejaran todos nuestros dólares allí.

La oferta de boutiques de lujo es ilimitada.
Hoy sábado, ultimo día, pusimos proa a San Francisco, donde mañana temprano retornaremos las motos.
Y retiraremos un convertible que alquilamos con Héctor (Lineu seguirá en moto, por que el regresa andando a LA) para recorrer los viñedos de Napa y Sonoma.
El viaje fue con escala en Santa Cruz para cafecito, (Lineu le cedió en esta parte la Goldwing a Héctor. Hasta hace un ratito no se le había borrado la sonrisa de la cara), desvío a San José (capital del Silicon Valley) para comer glotonamente unas Ribbs en restaurante de parientes de Grace, que maravillosamente nos alimentaron y nos invitaron, y un ultimo tirón por autopista hasta San Francisco, donde llegamos sin novedad hace unas horas.

¿Qué queda de este viaje?
La belleza de los paisajes de la costa californiana.
El respeto de esta gente por su prójimo y por la naturaleza
Ratificar los grandes compañeros que son Lineu y Grace.
Descubrir lo maravilloso que es y será viajar en con Marina y Héctor.
Entender que, si bien no teníamos las monturas adecuadas, viajar en moto, cualquiera sea, siempre es placentero.
San Francisco, Marzo de 2013





Comentarios