2008 Carretera Austral Chilena Capitulo 2 de 2
- Marcos Astegiano

- 26 jul 2020
- 9 Min. de lectura
Día ocho
Finalmente entramos en la parte dura.

Motociclisticamente hablando
Ya lo que nos espera es todo camino de ripio, de montaña, con infraestructura básica y mucho de aventura.
La carretera como yo la conocí en sus principios.
Hoy hicimos unos pocos y últimos kilómetros de asfalto, desde Coyhaique hasta Villa Cerro Castillo, y desde allí, casi 200 sin asfaltar hasta Puerto Tranquilo nuestro destino de hoy.
Todo el asfalto lo hice como chófer de la camioneta.

José disfruto la KTM en ese tirón.
A partir de allí, mucho ripio suelto, tipo bolita, que hacía deslizar las motos a uno y otro lado del camino.
Ideal para manejarlas con el motor.
Y como eso a la Kata le sobra fue un placer.
Con Beli y los dos Pablos íbamos
disfrutando la conducción merced a motos más potentes y más endureras. (siempre con la prudencia de nuestro lado).
Cada 10 kms parábamos a reagruparnos, y allí cada uno contaba como había doblado en tal curva, o como había corregido la moto, etc., etc., con la misma honestidad que un pescador comenta el tamaño de su presa...
Pero, en fin, quien no disfruta de eso.

El sol sigue fijo en el firmamento, haciendo que el tremendo paisaje se luzca más, que la temperatura sea agradable y muy por encima de lo que se acostumbra aquí, y que, en los caminos de ripio, habitualmente húmedos, se levante una polvareda de Dios santo.
Hay poco tránsito en esta parte de la carretera, pero les puedo asegurar que pasar a un camión puede ser un tormento.
Se te llena de polvo el visor del casco, luego los lentes y termina en los ojos.
Hay una nube negra que te impide ver un metro adelante, y cuando logras pasarlo con seguridad, no podés creer la cantidad de tierra que tenés encima.
Uno se pregunta cómo puede disfrutar algo así.

Sin embargo, al final del día, la sonrisa es difícil de borrar.
Motociclismo en estado puro.
Llegamos antes de lo esperado, almorzamos un rico pescado (no salmón esta vez), y nos embarcamos por dos horas en el lago General Carrera (Buenos Aires del lado argentino, el lago más grande de Sudamérica después del Titicaca) a ver las catedrales de mármol, formaciones de ese material, que por efectos de la erosión lacustre esculpe cavernas y formas alucinantes.
Luego descanso de la tropa, separados en distintas cabañas y hoteles, ya que no habíamos reservado (habitualmente hay lugar aquí) y por la presencia de un recital de folclore se llenó el simpático y pequeño pueblito.

Mañana seguimos, siempre por tierra, a Cochrane, ya a la altura de la provincia de Santa Cruz para que se ubiquen.
La Internet en esta zona es a pedal, por lo que es probable que las fotos no suban.
Abrazo sureño
Día nueve
Salimos tardón de Puerto Tranquilo.
Nos acostamos tarde después de una buena cena y una mejor sobremesa, con bebidas blancas a discreción en una de las cabañas.
Así que 10.30 salimos con destino Cochrane distante a solo 120 km.
Un camino con mejor ripio que el del día anterior, no tan deslizante.
Hubo viento (y sol por supuesto) así que el polvo que levantan las motos se disipaba mejor.
Buen firme en el suelo y sin nubes de polvo, igual a conducción más placentera y más segura.
Además, ya nos habíamos sacado la leche el día anterior.
Hoy fue paseo a ritmo alegre.
Capítulo aparte el clima. No sólo sol todo el día, sino que por momentos la temperatura llegó a 29 grados centígrados.
¿Señor Dios, que pasa con usted?
¿Está distraído?
¡Esto es la carretera austral!
¡Debería llover y hacer frío!
El grupo está convencido que cuando yo hablé del clima, los estaba engañando...
Llegamos a Cochrane a la una de la tarde.
Y eso que al detenernos cada 10 kms perdemos mucho tiempo.
Amén de las paradas a sacar fotos y filmar.

Así que decidimos continuar.
Nuestro destino final, Villa O’Higgins estaba a 240 kilómetros lo que lo hacía ya muy lejos
Teníamos un destino intermedio, Caleta Tortel, el cual nos quedaba a otros 120 kilómetros, distancia bastante fácil de realizar
Así que hicimos un frugal almuerzo en Cochrane y a las dos de la tarde partimos con destino a Caleta Tortel
El camino es fascinante, la mayoría transcurriendo dentro de bosques y con ripio firme, así que el ritmo fue veloz.
Llegamos a Caleta a las 4:30 de la tarde

Desde Cochrane habíamos ya reservado cabañas y residencias para no tener el mismo problema que en Puerto Tranquilo.
Caleta Tortel es un pueblito simpático sobre el mar que tiene la característica de que no tiene calles para autos.
Es solo peatonal
Está en un cerro y todo el pueblo se enlaza a través de pasarelas de madera
Una verdadera belleza

Pero también un problema, acarrear los pesados bolsos de la moto por pasarelas que suben y bajan el cerro hasta la cabaña fue digno de un adonis
Ya estamos bien instalados.
Esta noche vamos a cenar nuestro consabido salmón
Mañana nos quedó una corta distancia hasta el fin de la carretera.
Aquí no hay señal ni Internet, así que no sé cuándo les llegará esto.
Abrazos, a un día de nuestra meta
Día diez
¡¡Lo hicimos!!
Una buena cena en Tortel. En un restaurante donde en la pared colgaba una guitarra.
Iván la afinó, y merced a la buena cantidad de alcohol ingerido, se armó el canto grupal, para desconcierto de los demás comensales.
Por la mañana temprano fuimos al gimnasio, equivalente a subir los 260 escalones de las pasarelas, cargados con los bolsos.
Esas simpáticas y pintorescas pasarelas nos parecieron instrumentos de tortura.
Y salimos a recorrer los últimos 130 km hasta nuestra meta.
A los 20 km debimos hacer nuestra prevista parada en puerto Yungay a esperar el ferry que atraviesa el fiordo Michel.
Una navegación obligada de cuarenta minutos.
Esta cruza sólo tres veces por día en horarios fijos. Lo sabíamos, llegamos bastante antes, tiempo que utilizamos para hacerle servicios a las motos.
La carretera austral es bella en toda su extensión.
Pero siempre hay partes más lindas que otras.
Considero que lo mejor son el parque Queulat y este sector entre el fiordo y Villa O’Higgins.
Exuberante vegetación, mucha roca y múltiples cascadas visibles en todo el camino la hacen muy atractiva.
Y por primera vez el clima se consustanció con el lugar.
Nublado y fresco.
La traza del camino también es fenomenal.
Sucesión de curvas rápidas, en un ripio compactado hace que la conducción sea una delicia.
Y genera un dilema.
Pilotar o disfrutar el paisaje.
Ambas acciones no pueden realizarse simultáneamente.
Así que fuimos salomónicos.
Por momentos disfrutábamos las vistas y por momentos conducíamos alegremente.
Y finalmente llegamos

Villa O Higgins es un pueblito pequeño, enclavado entre montañas, sin ninguna otra actividad que acoger turismo.
Y sólo turismo de aventura.
Es joven, data de los setenta. Los militares lo fundaron cuando el problema de Laguna del Desierto con Argentina. Una especie de trinchera en esa zona por si la cosa se ponía fea.
Hicimos 7 kms más hasta el fin de la carretera, donde en el lago homónimo hay un bonito cartel de madera que indica que allí termina.
Miles de fotos con el cartel, abrazos uno con el otro y todos embargados por la emoción.
Un grupazo.

Despedimos a José, Leo y Manolo, que en su camioneta emprendieron el regreso.
Ellos deben ir a comodoro Rivadavia, así que aquí nos separamos.
Tuvimos que pagar para ver l
a final de la libertadores en Madrid, y ya muy felices a descansar, que nos lo merecemos.
Mañana comienza el regreso.
Hasta entonces
Día once
Ayer cenamos tarde en la villa.
Nos hospedamos en tres distintos alojamientos.
No había para todos en uno.
Particularmente, con Fabri y con Beli nos tocaron dos pequeñas cabañas en el bosque.
Y cuando digo bosque es bosque.
Tenían la particularidad de poseer a la intemperie una tina de madera con una estufa a leña dentro (si, dentro).
La encendieron a eso de la siete de la tarde, y al regreso de la cena, los tres grandotes, en malla, en pleno bosque, metidos hasta el cuello en el agua calentita.
Placer
Salimos solo cuando nuestra presión arterial debe haber bajado a ocho.
Y a dormir totalmente relajados.
¡¡Quiero una en mi casa!!
Hoy en la mañana el clima se compuso y volvió a ser el de siempre.
Frío y lluvioso.
Esa lluvia finita, que no para nunca y te moja hasta el alma

El camino de ripio, al estar mojado se consolida, y no se levanta polvo.
Placer ir alegres todos juntos sin levantar un tierral.
Llegamos al ferry, desandamos el fiordo Michel y, siempre con lluvia y piso húmedo llegamos a Cochrane, distante 257 kms de nuestra partida.
Cochrane es, sin duda el pueblo /ciudad más fea de la carretera.
Edificaciones sosas de vieja madera, gris, chato, nada que ver con sus colegas.
Además, no había cabañas, así que la única opción era un viejo, desvencijado y caro hotel.
Anteayer, unos 50 kms antes de Cochrane pasamos por Puerto Bertrand, un simpático y pequeño pueblito con vistas al turquesa río Baker.
A unos pocos kms vi un complejo de cabañas muy bonito que llamó mi atención.
No sé por qué recordé el nombre.
Llamé desde Cochrane y había lugar.
Pues bien, acá estamos.
Una belleza el lugar, con playa al Baker y dentro del bosque.
En un día frío y lluvioso, con las salamandras a full.
Trescientos kms de ripio hoy.

Disfrute la moto como loco.
2200 la desde que salimos, y solo una pinchadura.
Increíble
Mañana al mediodía dejaremos Chile.
Por el paso de Los Antiguos.
Y también dejaremos el ripio.
Es que todos debemos llegar a casa en tiempo.
Hasta mañana
Fe de errata día diez
Olvidé mencionar que en el restaurante de Tortel, (el de la guitarra) no había postre.
Así que Ariel se metió en la cocina, con huevo, leche y harina y preparó unos soberbios panqueques, para sorpresa de los dueños, que, como buena gente de pueblo, no sabían de su existencia.
Ariel les dejó la receta.

No quería dejar de recordarlo
Penúltimo día
Muy pero muy intenso hoy
Salimos de Bertrand con sol.
Otra vez
A los quince kms, la cubierta trasera de Iván dijo basta.
Cuatro días y 700 kms antes le reparamos con tarugos una rajadura.
Se abrió suponemos con una piedra,

intentamos arreglarla, pero la Ducati terminó en la camioneta.
Por 130 kms hicimos nuestro último ripio, bordeando el lado General Carrera por su lado sur, con muy buenos paisajes y mal camino.
Hicimos una rápida aduana y llegamos a Los Antiguos.
Gomería, la fortuna de que el gomero tuviera una cubierta usada de la medida adecuada, combustible y a un bar por unas pizzas que demoraron una eternidad.
Tardamos unas tres horas en el pueblo.
Habíamos fijado destino Río Mayo, a 200 kms más adelante.
Ya la ruta es toda asfaltada a esa altura.
En Antiguos el viento soplaba con intensidad.
¿Han oído hablar del viento de la Patagonia?
Los primeros kms fueron rumbo este, por lo que el viento, noroeste nos daba de cola.
Las motos volaban.
En cuanto tomamos la 40, se puso de costado.
Soplaba, viendo las manecillas del reloj desde las diez.
Soplaba muy rachado y muy fuerte.
La lucha por mantener la cabeza en su lugar provocó más de un dolor de cuello.
Muy cansador.
Las motos, para compensar, iban muy inclinadas.
Y llegamos a Rio Mayo.
Pero eran las 18:30
Estábamos envalentonados.
Así que café mediante, decidimos avanzar 240 kms más hasta Gobernador Costa, el próximo pueblo.
La intensidad del viento aumentó.

Las 250cc llegaban a 90 km/h a duras penas.
Mi cuello se quejaba.
A los 50 kms la cubierta de la Euromot de Fabri falleció.
Producto de la falta de amortiguación (los amortiguadores chinos se destacan por su escasa calidad) se desgastó prematuramente.
Teníamos duda de que regresara sana a Bariloche.
Esta tarde confirmamos que no.
Otra vez una moto arriba de la camioneta y a proseguir.
Además del viento, del monótono paisaje (una estepa muestra Patagonia) y de la aburrida recta, apareció el frío.
Muy intenso
Llegamos al pueblo a las 22:00.
Aún con un poco de luz (en esta latitud en verano el día es largo)
Con frío y cansancio, pero felices.
Nos alojamos en un mediocre hotel, y fuimos a la parrillada del Petiso.
El salmón será bueno, pero nuestra carne...
Esos 240 de más de hoy, más lo de ayer nos permitirán acortar un día el viaje.
Si todo va bien, mañana estamos en Bariloche.
Saludos
Fin de viaje
Todo en la vida tiene un final.
Los viajes también
Salimos temprano de Gobernador Costa, habiendo cambiado la cubierta de Fabri por una usada que llevábamos de repuesto.
A los pocos kms percibimos que el neumático estaba muy deformado y rebotaba contra el piso.
Como era de vieja data comenzó a rajarse.
Otra vez la moto en la camioneta y fin del viaje para ella.
No valía la pena el tormento de buscar donde comprar una nueva, colocarla, etc., por los pocos kms que quedaban del último día.
200 buenos kms y llegamos a Esquel.
Sol brillante y a medida que subíamos al norte, el viento amainaba.
Decidimos desviarnos para entrar al parque nacional Los Alerces.
A mi juicio debe ser el parque más lindo de la Argentina.
Y en esta primavera tardía se viste de fantásticos colores.
Pasamos Villa Futalafquen y nos adentramos en el corazón del parque, ya en caminos de ripio.
Llegamos a Cholila, al final del parque a eso de las cuatro de la tarde.
Rápido almuerzo, nafta en el Bolsón y llegada a destino a la tardecita.
Casi 500 kms hoy.
3250 en todo el viaje.
1150 de ripio.
¿Qué queda?
La certeza de que la carretera austral es una de las más lindas de américa.

Por qué son 1250 kms de bellos paisajes ininterrumpidos.
Pero también reconocer que nuestra Argentina tiene en el sur muchos menos kms de paisajes, pero los que hay, son más bellos aún que los de la carretera.
Es como que estuvieran concentrados.
Al parque nacional Los Alerces y al camino entre El Bolsón y Bariloche, señores, no hay con que darle.
Queda también lo profundo del espíritu de corps que deja el motociclismo.
Un grupo como el actual de evidente heterogeneidad, se transforma en una unida familia.
Maravilloso.
Gracias Ariel, José, Pedro, los dos Pablos, Luis, turco, Beli, Manolo, Fabri, Leo e Iván por acompañarme.
Un lujo de grupo.
Y gracias a nuestras monturas, que se portaron increíbles.
Mención especial al clima, que nos acompañó inusualmente impecable
Y finalmente, un agradecimiento a ustedes, lectores, por seguirme
Será hasta la próxima aventura.
Fin del relato
Bariloche, 12 de Diciembre de 2018











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