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Explorando el Sur Mendocino 2021. Capitulo Unico

  • Foto del escritor: Marcos Astegiano
    Marcos Astegiano
  • 24 may 2021
  • 12 Min. de lectura

Cordillera Del Sur Mendocino



Lista para comenzar

A principios de 2020 iniciamos nuestro viaje a Ushuaia.

Significaba el fin de la epopeya Alaska /Ushuaia.

Todas las etapas estaban completadas, solo faltaba el viaje hasta el fin del mundo.

Eran apenas unos 4.000 km.

Nada comparado con los más de 30.000 que llevábamos.

Pero vino el COVID.

Y nos tuvo a mal traer.

Los cierres de fronteras nos venían pisando los talones.

Hasta que nos alcanzó en Río Gallegos.

Y allí tuvimos que poner pies en polvorosa y regresar en avión urgente a nuestros hogares.

Justo un día antes que se decretara las cuarentena.

Nos quedó un sabor amargo.

Pero, nos dijimos, esto en tres meses pasa y volveremos a viajar.

Hoy, con el diario del lunes, ya sabemos que pasó.

Recién ahora, pude al menos desquitarme un poquito e iniciar un viaje.

Más de 10 meses sin rutear.

Para quienes me conocen saben lo que esto significa.

Así que aquí estoy, relatando nuevamente, desde Las Leñas.

Programamos un viaje corto, de solo cinco días y no más allá de 400 km de casa.

No vaya a ser que otra vez nos persiga el acuartelamiento.

Soy un agraciado. Conozco muchas partes del orbe en moto.

El sur cordillerano mendocino, en parte es materia pendiente.

Si bien he andado por acá, me han quedado algunas rutas desconocidas por mí que ahora decidí realizar.

Somos cuatro. Todos de Rivadavia, mi pueblo.

Endureros

Montamos dos dos cincuenta y dos de más de seiscientos.

Hasta Pareditas es todo asfalto. Desde allí tomamos la 101.

Es una ruta paralela a la cordillera, la más al oeste de las cuatro que existen.

Siempre fue la más áspera.

El hecho de que dos Dakar pasaran por ella así lo confirma.

Está desde hace unos años en desuso.

Se habilitó hace poco una nueva ruta asfaltada que lleva directo al Sosneado, y fue su sentencia de muerte.

Ni una máquina vial la ha visitado desde entonces.

Por la abandonada 101

Si antes era áspera, imagínense ahora.

Arenales sin fin, cortes hechos por el agua, piedras lavadas por la lluvia, en fin, lo que para cualquiera sería un tormento, es un paraíso para un raidista.

La hicimos rápido, en cuatro horas desandamos sus 160 escabrosos kms.

No diré que fue un placer.

Mucha técnica.

Pero si les cuento que, cuando llegamos al Sosneado, la sonrisa nos mojaba las orejas.

Refuelling en el Sosneado, más carga extra en bidones (no hay nafta en Las Leñas, y estaremos haciendo base aquí por un par de días) y encaramos al centro de ski por una ruta alternativa.

Tentempié en El Sosneado

De ripio por supuesto.

Apenas pasamos el Atuel, merced a un buen dato de Ricardo S., un destacado guía turístico de la zona, torcimos a la derecha en una tranquera, hicimos unos 50 km en un camino que ni Garmin ni Google saben de su existencia, bordeando la laguna Salinilla, pasamos un par de minas de talco, trepamos el infiernillo (colina de roca volcánica producto de alguna antigua explosión del vecino volcán Overo) seguimos por la margen derecha del río Salado, y le entramos a la laguna de la niña encantada por detrás.

Fotos, y siete kms más adelante llegamos, desde el norte, a Los Molles.

Fueron unos cuantos kilómetros de una ruta, paisajísticamente hablando, maravillosa.

Compramos víveres en ese pequeño pueblo (nos informaron que el supermercado de Las Leñas compite en precio con Nueva York) y aquí estamos, en un dúplex que en invierno cotiza en dólares, y en verano, la misma cifra pero en pesos.

Mañana nos espera Valle Hermoso y sus alrededores

Encantado de poder montar nuevamente. .

Ya les contaré.

Laguna de la Niña Encantada

Capítulo dos


Anoche llegó el quinto viajero.

José no nos pudo acompañar ayer.

Pero se vino por asfalto a última hora de la tarde, y viajo los 350 kms a fondo con su Tornado.

Nos dijo que, por momentos, en bajada y con viento a favor la Honda venía a 135 kms/h.

A José lo respetamos mucho y lo consideramos un tipo serio.

No le refutamos su comentario.

Pero Marcelo revisó los bolsos del recién llegado para ver que sustancia hubiera consumido o fumado...

Era cierto!!

Hoy estaba pensado como día liviano.

Así que un buen desayuno preparado en el depto., con queja del consorcio por que el olor a tostadas quemadas invadió el edificio.

Caminata por Las Leñas, muy deteriorada en general, ya que hace desde la temporada 2019 que no recibe gente. Una pena.

En el Complejo

Esperemos que la reconstruyan para este invierno.

Y salimos

Destino Valle hermoso y sus alrededores.

Después de unos cuantos kms de muy mal camino (¡mucho turismo y poco mantenimiento, serruchos, piedras enormes, cortes y mucha piedra laja que rompe cubiertas!), al final de una dura subida aparece el valle en su inmensidad.

Realmente el paisaje que aparece de repente corta el aliento.

Por algo se llama Valle Hermoso.

Aprovechamos una senda de animales que subía a un cerro y la encaramos con las motos.

Nada fácil

Pero una vez arriba, la belleza de la vista de duplicó.

Mil fotos e iniciamos la bajada al valle.

El grupo en el mirador

Ya en él, visitamos el camping y refugio, en actividad y de muy buena calidad (precio acorde) y continuamos viaje por un sendero (ya no camino) bastante tortuoso hasta la vera del río Tordillo, afluente del Grande.

En su orilla armamos unos sándwiches y bebimos, en un cielo azul increíble y con el sol que solo la alta montaña ofrece, unos sorbos de buen tinto. Lo suficiente para disfrutarlo, pero en la medida justa para no abusar.

Carlos se puso la malla y arremetió al Tordillo amagando meterse.

Su valentía llegó hasta las rodillas.

Es que el deshielo está cerquita, y la temperatura del agua le hace honor.

Continuamos rumbo oeste. Siempre por senderos complicados, para llegar hasta el río Grande.

La conducción conllevaba mucha técnica, ya que además de muchas trialeras, coexistían Vegas profundas y muchas cortadas.

Hubo que vadear varios arroyos afluentes del Tordillo.

En uno de ellos, calculé mal la profundidad y el agua superó mis botas.

Las mías tienen membrana de Goretex, son totalmente impermeables.

Pero si entra el agua por arriba de la caña, su interior también es impermeable.

Es decir, el agua no sale.

Todo el camino restante me parecía tener los pies en una palangana.

Efectos adversos de la tecnología...

Camino al Rio Grande

Y llegamos al Grande.

En su orilla existe una tirolesa para cruzar personas y animales.

No hay puentes

Y su caudal no permite vadearlo en vehículo. Recién después de marzo, cuando su masa de agua se extingue un poco se puede pasar.

Nos dijeron que si nos animábamos podíamos colgar las motos de la tirolesa y cruzar.

No no

Imaginarse una KTM cayendo al río y la corriente llevándosela era una imagen que no podíamos ni pensar.

Del otro lado, a unos cuantos kms se encuentra el Valle Noble, donde están las Termas del Azufre y el paso Vergara, lugar que visitaremos pasado mañana entrándole desde Malargüe.

No valía la pena el riesgo de la tirolesa.

La Tirolesa para cruzar el Grande

Así que después de unas buenas fotos, emprendimos el regreso a Las Leñas, desandando camino.

Condujimos alegre, así que llegamos rápido.

Y felices.

Fueron un centenar de duros kms.

Preparando un arroz para la cena, confiando que no se pegue, y con los rostros ardidos por el solazo de la cordillera, que se cuela por el visor del casco y de las antiparras, les dejo un hasta mañana.


Capítulo tres


El sur mendocino tiene tres pasos a chile.

El Pehuenche, pavimentado hace poco, que une Malargüe a través de Bardas Blancas con Talca en Chile.

El paso Vergara, (también conocido como paso Planchón) que se puede tomar desde las Loicas o desde el Carqueque y une con Romeral, Chile

Y el paso de las Damas, que une Las Leñas con San Fernando.

El primero está habilitado todo el año para todo tipo de vehículos, siempre que la nieve lo permita. Y lo recomiendo. La vista desde la laguna del Maule es impagable, y el camino, una belleza.

El segundo solo abierto en verano, de ripio.

El tercero, no se encuentra habilitado, excepto gestionando un permiso en cancillería. Dando una buen fundamento lo habilitan por el día que se pacte.

Normalmente lo habilitan un día al año para un encuentro argentino chileno de off road.

Los dos primeros los conozco bien.

A este nunca había ido.

Listas para salir al Paso Damas

Esta mañana partimos muy temprano de Las Leñas.

Son 90 kms hasta el límite, y otros tantos de regreso.

José no fue de la partida.

No se sentía bien y prefería guardarse para el viaje de mañana.

Así que salimos cuatro, pensando que esos 180 kms nos llevarían todo el día.

A los doce kms del camino a Valle Hermoso hay una bifurcación hacia el norte y comienza el camino hacia las Damas.

En realidad, menciono camino por que alguna vez lo fue.

Está casi abandonado, por lo que su estado es de mucho deterioro.

Maravilloso para nosotros, que estábamos en modo aventura.

Mucha piedra semienterrada amenazaba constantemente nuestras cubiertas.

Caracoles por doquier, con sus curvas cerradas cortadas por el agua.

Los primeros treinta kms transcurren de esa manera, hasta llegar a una pampa donde el camino no está tan deteriorado.

Los paisajes, imponentes.

Camino al Damas

Unos veinte antes del límite, el camino se pone más áspero y se llega a un puesto de animales en la zona de La Matancilla.

Allí, los puesteros nos informan que, para llegar al límite, hay que vadear dos ríos, uno de ellos, el que da nombre a la zona, estaba crecido.

Nos indican por donde cruzarlo, con señas, porque el río estaba a dos kms.

Yo pensé "hay de mí, tengo las botas secas y me deje las zapatillas en el hotel".

No encontramos el lugar que nos indicaron.

Así que nos mandamos nomas.

Primero intento Carlos con la XR650L.

A la mitad del río, caudaloso y correntoso, con el agua apenas por debajo del tanque de nafta la Honda se paró.

Así que Carlos se bajó y empujó la moto como pudo hasta salir.

Encaró Marcelo con la Tornado. Mismo resultado.

Pecas y yo tuvimos más suerte.

Pasamos sin que se detuvieran los motores.

Pero no les cuento como quedamos de mojados.

Otra vez los pies en una palangana.

Las dos Honda arrancaron prontamente una vez chequeado no tuvieran agua en sus motores.

Unos kms más adelante apareció el segundo río a vadear, de nombre Quesero. Era mu

cho menos profundo y mucho menos caudaloso que el anterior.

Y como ya estábamos empapados, lo cruzamos como si estuviéramos corriendo el Dakar.

Antes de llegar al límite, hubo una subida muy empinada con piedra suelta que, por ir con extremo cuidado, hizo que mi KTM clavara el motor.

No les cuento lo que fue desencajarla del pedrerío a más de tres mil de altura, con un estado físico flojito como el que tengo actualmente.

Lo recuerdo ahora y aún me agito.

Y llegamos, pasando un planchón de nieve.

Planchón de nieve, antes de llegar a la frontera

Además del hito que divide los países, existe un monumento de dos arrieros sosteniendo banderas de ambos países, y unas cuantas placas de bronce recordando encuentros pasados.

Muy felices nos tomamos fotos y nos dispusimos a almorzar.

Nos tomó sólo dos horas y media llegar.

Mucho menos de lo esperado.

Cuando viajamos en moto por la montaña, llevamos comida muy sencilla y liviana para almorzar.

Uno podría llevar un pedazo de carne. Pero sería muy extraño encontrar leña y parrilla en lugares perdidos de nuestra cordillera.

Pues bien, en el paso de las Damas hay de las dos cosas.

Y por supuesto no lo sabíamos.

Existe un refugio del viento hecho con Pircas, donde han dejado unos bancos de madera, una mesa de piedra, dos parrillas con sus enseres y leña.

Seguramente para los mencionados encuentros.

Frustrante comer en ese mismo lugar unos sándwiches de atún pudiendo habernos clavado un asadito de tira...

Limite con Chile

Media horita de sándwiches, charla, unos sorbos de buen tinto y emprendimos el regreso.

Unos pocos kms más abajo, yerro el camino, me meto por una subida escabrosa donde casi beso el suelo. Me detengo para retornar, y veo tres motos subiendo.

Nos encontramos, nos saludamos y uno de ellos dice “esa voz la conozco, ¿quién sos?"

"Marcos" respondí

"Pero que lo parió, que casualidad, mira donde nos venimos a encontrar!"

Resultó ser Gustavo V., un gran amigo.

Conversamos un momento, y nos enteramos de que ellos si traían carne y se harían un asadito.

¡¡Como no llegaron una hora antes!!

Pero fue un gusto encontrarlos.

De regreso, merced a datos que nos dio Gustavo, cruzamos el Matancilla por el lugar indicado, y bajamos a Las Leñas a ritmo fuerte.

Es que el paisaje ya lo habíamos visto, y nos gusta pilotar en el ripio.

Llegamos a destino a las 14.30, unas cuatro horas antes de lo previsto.

Siesta en Las Leñas, cargamos bolsos y nos vinimos por 80 kms de asfalto hasta Malargüe, donde estamos alojados.

Una belleza el paso de las Damas.

Digno de conocerlo.

Solo en moto de enduro o 4x4.

¡Gracias Mendoza, que paisajes nos regalas!

Mañana, al paso Vergara.

Monumento a los arrieros en el paso

Último capítulo


Ayer no pude relatar

Mas de trece horas de moto.

Salimos a las 8.00 y regresamos a las 21:30.

Con la energía justa para masticar dos bocados de buen cordero, darse una ducha y caer seco a la cama.

Ninguna chance de escribir una sola palabra.

Hoy, desde la tranquilidad de casa, paso a contarles

El día pintaba bravo. Eran 360 Kms, casi todos de tierra y por montaña.

Los cinco tomamos el camino del Carqueque apenas pasados los Castillos de Pincheira, un monumento natural tallado por la erosión.

Castillos de Pincheira

El Carqueque comprende 90 kms desde Malargüe, hasta el cruce con la ruta provincial 226.

El camino esta detonado.

Pero tiene unos paisajes de la voglio dire.

Nos llevó unas 3 horas recorrerlo.

Se sube casi hasta los 3mil, con vistas alucinantes.

Mucha técnica para doblar miles de curvas tapizadas en piedras lajas, esquivando las más sobresalientes. Los brazos quedan extenuados.

No podés quitar la vista del camino. Levantas la mirada para ver una montaña, y cuando la bajás, ya estás sobre una piedra que castiga la cubierta y te saca del asiento del levantón.

Así que cada tanto, detención y foto.

O se pilota o se mira.

El escape de José estaba muy ruidoso...

Bellísimo y cansador paseo.

Tan cansador que cuando llegamos al cruce con la 226 (el Carqueque la encuentra en las tres cuartas partes de su recorrido) tuvimos que preguntarnos si convenia tomarla rumbo Noroeste para llegar hasta el límite con Chile o rumbo Sureste y regresar.

Primó el espíritu de aventura.

La 226 transcurre por el Valle Noble, al Sur y paralelo al Valle Hermoso, y la podríamos haber encontrado dos días atrás si nos hubiéramos atrevido a cruzar las motos en la tirolesa que les contara.

Es la ruta provincial que une Las Loicas con Chile a través del Paso Vergara. Es toda de ripio, pero excelentemente mantenida en los primeros 70 kms y bien en los últimos 30, que son sinuosos de montaña, y siempre hay alguna que otra piedra producto de un reciente derrumbe.

Abajo, cruce del Carqueque con la 226

Divina para andar a fondo. Pero tiene sus trampas. Los solapados cortes en el camino (algunos profundos) producto de algún arroyo que baja, te hacen pegar más de un susto.

Así que con algarabía y buena velocidad en una hora llegamos a límite con Chile.

O casi.

Porque en el puesto de Gendarmería. 7 kms antes del paso, nos indicaron que estaba cerrado y que no se permitía avanzar.

Insistimos, pero sus argumentos fueron contundentes. Les hacíamos correr a ellos un riesgo innecesario. La foto no era tan importante como haber llegado hasta allí.

Refugio de Gendarmería en el limite con Chile

Esa zona del Valle Noble, conocida como El Azufre, por sus minas, también tiene unas termas abandonadas.

Hay gran expectativa de un grupo empresario local que, unido a uno internacional, hagan un fenomenal centro de esquí aquí. Parece que en invierno la nieve es de mayor duración que en el vecino Las Leñas y que la calidad es aún superior. Ojalá.

Pero ahora no hay nada.

Excepto hermosos paisajes y las termas.

El puesto de gendarmería está emplazado en una planicie. Detrás de él se encuentra el volcán Peteroa, con su permanente fumata, y el volcán Planchón ya en el lado chileno.

Tienen un paisaje alucinante estos gendarmes.

Y una soledad absoluta.

Las termas están en litigio, y gendarmería es su custodia.

Nos permitieron visitarlas y bañarnos.

Les pedimos leña. Nos dieron un hacha y nos mostraron unos troncazos. Mi habilidad con esa herramienta no es la misma que con la KTM. Al segundo revoleo del hacha el gendarme me la quitó, y en una docena de certeros golpes transformo el tronco en escarbadientes. Un capo.

Gente de primera estos gendarmes perdidos en la cordillera.

Nos saludamos, y con la leña amarrada como pudimos en las motos partimos a las termas, 4 kms más abajo.

Ningunos improvisados

¿Por qué leña? Los sandwichitos de atún nos tenían hartos. Así que antes de partir, compramos 5 chorizos de puro cerdo, pan, mayonesa, pensando asarlos allá arriba y festejar el último día de aventuras con un buen chori. Nos jugamos, porque transportar leña en moto no va, y sabíamos que a casi 3 mil metros lo único que encontraríamos serian piedras. Y todos entendemos que no hacen brasas…

Marcelo encontró un buen sitio pegado a un oxidado contenedor, y merced a un asador para transportar en moto de diseño propio comenzó la faena.

Mientras con Pecas nos fuimos a gozar del agua calentita.

Las termas están al pie del Peteroa, conuna vista espectacular al Glaciar Planchón, hoy ya bastante acotado merced al calentamiento global, pero aún fastuoso.

Pozones de agua sulfurosa, calentita

Son pozones donde naturalmente surge agua altamente sulfurosa, a una temperatura muy agradable.

Están muy abandonadas, pero sus pozones al aire libre son espectaculares.

Nos sumergimos gozando la vista, hasta que el llamado a almorzar nos sacó. No es faena fácil salir del agua calentita a la intemperie, a 3mil, con viento. Pero el bagre picaba.

La comida supo a gloria. Siempre sostengo que, en esos lugares, después de tamaña aventura, aún una suela de zapato sabe bien. Pero en este caso, Marcelito se lució.

Haciendo la digestión...

La digestión la hicimos todos dentro un pozón.

No es recomendable, pero a quien le importaba.

A eso de las 18:30, comenzamos el descenso.

Eran 220kms hasta Malargüe. La mayoría de tierra. Llegaríamos casi entrada la noche.

Bajamos volando la 226, con una sonrisa de oreja a oreja.

Un café con leche en barcito de Las Loicas y continuamos por la RN 145 (la que va al Pehuenche) para llegar a Malargüe. La 145 es preciosa. Sinuosa y de un asfalto impecable. La recomiendo como alternativa a Los Libertadores para cruzar a Chile.

Seis kms antes de llegar al hotel, la 650 de Marcelito se queda sin nafta. Hubo que ordeñar la Tornado de Carlos, para llegar a horario por el cordero que nos esperaba.

Extenuados, pero muy felices.

Hoy, tempranito, emprendimos el regreso a Mendoza, distante 350 kms por impecable asfalto.

Fueron 5 días de raids.

1000 kms de ripio de montaña, y 400 de pavimento.

Ni una pinchadura. Las motos estuvieron fantásticas. Apenas algunas caídas zonzas, típicas del enduro.

Una maravilla

Gracias Mendoza, por estos paisajes y caminos, gracias, amigos por acompañarme, y

gracias a ustedes lectores por seguirnos.

Mendoza. Enero de 2020.

Rio Diamante, ya camino a casa

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